jueves, 5 de noviembre de 2009

Honduras: Una traición anunciada

El demócrata-populista Mel Zelaya traicionó su propia lucha

El acuerdo alcanzado entre el presidente depuesto Mel Zelaya y el golpista Micheletti, con la mediación del embajador norteamericano Thomas Shannon, es un duro golpe a las aspiraciones democráticas y de cambios sociales de las masas hondureñas. No solo porque ya no habrá una Asamblea Nacional Constituyente que reparta un poco siquiera las grandes ganancias de la alta burguesía (esa era la promesa zelayista), sino también porque al acordar que sea la golpista Corte Suprema de Justicia la que tiene que refrendar el acuerdo, ésta garantizado el indulto a todos los golpistas. Ya el mismo congreso pone reparos a la vuelta de Zelaya, y a lo sumo, lo dejaran volver sólo a colocar la banda presidencial del futuro presidente de la oligarquía pro-golpista.

El imperialismo y la gran burguesía se vieron obligados a negociar con Zelaya por el ingreso de las masas en escenas que no dejaron consolidar al gobierno golpista, ni han dejado legitimizar a los candidatos en campaña electoral que avalaban el golpe, situación que no darían legitimidad y gobernabilidad al nuevo gobierno surgido de estas futuras fraudulentas elecciones. Y también, como mar de fondo, por la crisis económica mundial sumado al aislamiento de gran parte de los Estados al gobierno de facto, situación que ya no podían soportar más. Sin embargo, a pesar de esta situación favorable y las grandes acciones de las masas, Zelaya sólo ha realizado algunas acciones personales, pero no ha llamado a la Huelga general por tiempo indefinido, ni a la resistencia armada conformando piquetes de autodefensa para enfrentar la represión golpista, ni a nada que se enfrente a las normas democráticas de la OEA impuestas por los EE.UU.

En ese marco de debilidad del imperialismo y de los golpistas, el acuerdo de Zelaya se trata de una traición en todas las líneas. La izquierda reformista que planteaba la vuelta de Zelaya y depositaba expectativa en él –o en el zelayismo a través del gobierno del Frente Nacional de Resistencia, que solo se apoyó en la movilización para presionar a Micheletti–, como el PST de la corriente SoB del MAS o la CMI , LIT-CI y el PO argentino , deberían estar satisfechos, como lo está el zelayismo con la vuelta de Zelaya a la presidencia, pero para los obreros avanzados hondureños, y hasta para cualquier persona bien informada, ésta vuelta de Zelaya es todo un retroceso por más que lo quieran pintar de triunfo.

Sin embargo nada está cerrado todavía, las masas hondureñas no fueron derrotadas, fueron solamente desviadas, pero ellas hicieron una gran experiencia política y todavía están digiriendo el tamaño de la traición. Paralelamente al momentáneo fortalecimiento de la reacción, los trabajadores y campesinos hicieron una importante experiencia con esa dirección burguesa que posa de popular, y menos expectativa tendrán en el cambio vía las urnas votando a tal o cual variante burguesa. Frente a tan fragrante claudicación no le será fácil a Zelaya y a sus seguidores del partido liberal mantener el prestigio que tenían.

El candidato independiente Carlos H. Reyes, que retiró su candidatura –pero todavía no se sabe si volverá a levantarla– no avala los acuerdos y tampoco el retiro de la vieja demanda de Zelaya de una Asamblea Nacional Constituyente, y se posiciona para capitalizar este descontento general con el acuerdo. Pero se trata de una izquierda reformista que solo quiere sanear al régimen democrático-burgués, con el triunfo de la reacción menos margen político-electoral tendrá para recrear la idea de que la salida está en las urnas.

Frente a la traición de Zelaya y su “acuerdo de reconciliación nacional”, el oportunismo y los reformistas de izquierda (los mismos que ayer se esforzaban por no darle una salida de clase al proceso) seguirán plantando la lucha por la Asamblea Nacional Constituyente, para hacerse de esa bandera, a pesar de saber que no hay posibilidad de un gobierno que quiera y pueda llevarla adelante. De ésta forma usaran la consigna de Asamblea Nacional Constituyente buscando democratizar al reaccionario régimen democrático burgués hondureño (PTS-MAS). Pero a las masas hondureñas hay que decirles la verdad, mucho más hoy cuando cientos de miles de trabajadores y campesinos dieron grandes saltos en la comprensión de la dictadura burguesa –agente de imperialismo de los EE.UU.– que los domina: Solo un gobierno obrero y campesino puede convocar a una Asamblea Constituyente realmente libre y soberana, porque una Asamblea Constituyente no puede constituir poder si no hay un gobierno que la autorice y la apoye.

Luchar por ese gobierno es luchar por una revolución que le de el poder a la clase obrera y expanda ese poder por América Central y toda Latinoamérica. Esa es la única forma de hacer efectiva la independencia nacional y terminar con la burguesía y la miseria capitalista.

*Ningún acuerdo con los golpistas.
*Juicio y castigo a los civiles y militares golpistas.
*Boicot a las elecciones de los golpistas-zelayistas que busca legitimizar los acuerdos gorilas-contrarrevolucionarios y pro-imperialistas.
*Por una Huelga General por tiempo indeterminado que cree piquetes de autodefensas y milicias obreras, y derribe esa cuasi-democracia burguesa títere del imperialismo
*Por un gobierno obrero y campesino.

M.R