sábado, 8 de agosto de 2015

Votemos críticamente al FIT o al MAS

El próximo domingo 9 de agosto se realizarán las Primarias Abiertas, Simultaneas y Obligatorias (PASO). Se trata de elecciones internas -para elegir presidente, gobernadores, diputados, diputados al Parlasur, etc., etc.- de cada partido, o frente político, para posteriormente, en octubre, realizar las elecciones reales, entre los ganadores de éste domingo, y de allí saldrá el presidente (a menos que no supere el 40 por ciento de los votos o que no tenga una ventaja de 20 puntos con el segundo, sino deberá ir a un balIotage) y los gobernadores, diputados, etc.
Pero las PASO, que se anteponen a las elecciones reales, se trata de una mala copia de las primarias norteamericanas, donde cada partido burgués elige sus candidatos. Una de las diferencias, entre tantas otras, es que acá son obligatorias y que todos los partidos también tienen que presentarse a elecciones aunque tengan una sola lista. Esto último parece absurdo pero no lo es, porque lo que busca la ley kirchnerista, y la oposición patronal que la apoyó, es proscribir a todos los partidos o frentes políticos que no superen el 1,5 por ciento (unos 500 mil votos), de esa forma los partidos más pequeños, que no pasen las PASO, no pueden presentarse a las elecciones reales.

La disputa electoral se da en el marco del agotamiento del plan económico kirchnerista, lo que estos llaman "el modelo", que sólo se sostiene gracias a que hace más de un año vienen pateando los problemas más importantes para después de las elecciones presidenciales. Y a su vez éste agotamiento empalma con la caída del precio internacional de los productos agrarios -como la soja, el trigo, el maíz, etc.- y la actual crisis brasilera, principal comprador de productos manufacturados. Por supuesto que todos los candidatos presidenciales, con posibilidades de ganar (Scioli, Macri, Massa y hasta la “progresista” Stolbizer), dicen que de la crisis se va a salir con un plan económico de medidas gradualistas. Pero todos plantean pagar la deuda externa (y a los fondos buitres), bajar la inflación, reducir el déficit fiscal, salir del cepo cambiario -lo que hoy significa devaluar el peso-, aunque todos saben que eso no será indoloro, y que dichos dolores no lo van a sentir precisamente los empresarios. Todo lo contrario, a los empresarios, el futuro gobierno, sea de cualquiera de estos cuatro candidatos principales, se los tendrá como reyes porque lo que se está buscando es que se invierta después de tres años de caída de la inversión, o sea, que éstos tengan más márgenes de ganancias que las que hay actualmente. Como se ve, los empresarios fueron y serán los grandes ganadores del período peronista-kirchnerista.

La clase trabajadora también tiene sus propios partidos y candidatos. Está el MST con la fórmula Bodart-Ripoll; el MAS con Castañeira-Ayala; y el FIT, con dos listas: la de Altamira (PO) y Giordano (IS), y la lista -del PTS- de Del Caño y Bregman.
El MST viene haciendo eje de su campaña la orientación por la unidad de la izquierda hasta con Unidad Popular de De Gennaro, y otras fuerzas centro-izquierdistas como la de Zamora (AyL), todas estas fuerzas políticas son manifiestamente enemigas de la lucha por la emancipación del proletariado, o sea, de la revolución y el socialismo. Descartando a estos ultra-oportunistas electoraleros, que se dicen socialistas, sólo quedan el FIT y el Nuevo MAS -y correctamente éste último no avala las PASO- con una orientación desde los intereses de la clase trabajadora.
Por esto llamamos a votar al FIT o al Nuevo MAS porque son las dos únicas listas que -más allá de muchas críticas que se les pueda hacer- no plantean una orientación de colaboración de clases, sino que se sitúan en el plano de una salida política de la clase trabajadora. Pero al mismo tiempo nuestro apoyo se trata de un voto crítico, porque principalmente el PO e IS, pero también el PTS y el Nuevo MAS (y al igual que el MST), plantean en su agitación política -tanto gráfica como en la radio y la TV- que en el voto a ellos está la solución a los grandes problemas que tienen los trabajadores y el país; reiterando, una y mil veces, que si los votan a ellos la crisis la van a pagar los capitalistas. Pero decir esto es crear una doble falsa ilusión en los trabajadores; la primera es que en el marco de la democracia patronal está la salida; y la segunda falsa idea, es que es posible que en el capitalismo la crisis la paguen los empresarios. Nada de eso es así, y a los trabajadores hay que hablarles claramente para que los sectores más avanzados tomen conciencia de las tareas que tienen por delante.
Para terminar con la desocupación, el hambre y la miseria, la clase obrera debe conquistar el poder y ejerciendo ese poder imponerle las condiciones a la burguesía. Esa es la única forma de que la crisis, y los ajustes, lo paguen los capitalistas.

Votemos críticamente al FIT o al MAS
y
Sigamos en la lucha,
enfrentando el ajuste y la explotación capitalista, por la construcción de un verdadero
Partido Obrero, Revolucionario y Socialista

domingo, 8 de febrero de 2015

Venezuela: ¡Exprópiese!


Con esta palabra, a modo de enfática frase, se floreaba el difunto presidente venezolano Hugo Chávez por las calles de Caracas, dando órdenes a funcionarios para que se expropie (indemnizando) algunos negocios y locales, pero esos establecimientos no significaban nada importante en la economía venezolana. Ahora, el gobierno de Nicolás Maduro acaba de descubrir que a la burguesía comercial venezolana no le sirve su gobierno y desabastece y acapara, buscando desestabilizarlo. Por ello acaban de ocupar con el Ejército 35 sucursales de la cadena de supermercado Día a Día y detuvo, para indagar, a cuatro empresarios de dicha firma, los que serán sometidos a investigación.

En realidad, lo que se debería expropiar –sin indemnización– son, precisamente, todas las cadenas de supermercados de alimentos y de electrodomésticos y ponerlas bajo el control de los trabajadores. Sin embargo nada de eso hace el chavismo, demostrando que el “Socialismo” del siglo XXI es mucha demagogia y propaganda de si mismo, pero en realidad no es ni chicha ni limonada. Y los que terminarán favorecidos son los empresarios; los que ahora son “amigos” del gobierno, o los empresarios “enemigos” después, si no hay una verdadera revolución social.

Pero el problema de fondo es la producción, y no el comercio, porque Venezuela depende de la importación de muchas cosas, pero principalmente de productos alimenticios, de limpieza y tocador. Esa situación no se soluciona si no se desarrolla la industria. Y en 15 años de chavismo, la mayoría de los cuales fueron con el petróleo en precio récord histórico, Venezuela no ha logrado industrializarse, aunque sea mínimamente para cubrir lo básico del mercado interno. Ese es el gran fracaso del chavismo; y si no lo pudo realizar en la década pasada menos aún podrá hacerlo ahora con la caída del precio del petróleo y la ofensiva económica del imperialismo norteamericano, sobre los países centroamericanos y del Caribe socios de Venezuela, en el CELAC, a través del petróleo subvencionado.

Pero la propia burguesía venezolana “amiga” –la boli-burguesía como le dicen–, a la que el gobierno de Hugo Chávez, vía la renta petrolera, le entregó muchos miles de millones de dólares, supuestamente para industrializar el país, se mostró impotente para realizarlo. Y no por eso estos empresarios se niegan a seguir enriqueciéndose con los fondos del Estado, todo lo contrario, usan esos millones para amasar fortunas en actividades capitalistas –en servicios, comercio, finanzas, especulación, etc.–, totalmente alejadas de la producción industrial. (En Argentina, ocurrió una situación semejante, pero con la renta sojera, cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se quejaba de que los empresarios no invertían cuando... “la levantaron en pala –al dinero–”, durante su gobierno.)

Los políticos burgueses y pequeño-burgueses, en los países semi-coloniales de Latinoamérica, pero también de África y Asia, se chocan con esta realidad permanentemente, de la que no pueden escapar: En los países de bajo desarrollo de las fuerzas productivas no existe posibilidad de independencia nacional, en tanto no se derrote al capitalismo imperialista. Eso ya lo anticipó Lenin en Imperialismo, fase superior del capitalismo, y al mismo tiempo también confirma la justeza de la Teoría de la revolución permanente de Trotsky: La burguesía “nacional” no puede llevar adelante la tarea democrática de independizar al país -industrializarlo-, sólo la clase obrera desalojando del poder a la burguesía y expandiendo la revolución puede terminar con el imperialismo y el atraso de los países semi-coloniales. O sea; sólo la clase obrera luchando por el poder, y conquistándolo, puede terminar con el hambre de miles de millones y la opresión de los pueblos en el mundo.

Para esto la tarea número uno de todo trabajador consciente es construir el Partido obrero socialista y revolucionario, en todos los países, enfrentándose políticamente a la burguesía a sus variantes “socialistas” nacionales que no hacen más que confundir y engañar al proletariado.


M.R.