domingo, 8 de febrero de 2015

Venezuela: ¡Exprópiese!


Con esta palabra, a modo de enfática frase, se floreaba el difunto presidente venezolano Hugo Chávez por las calles de Caracas, dando órdenes a funcionarios para que se expropie (indemnizando) algunos negocios y locales, pero esos establecimientos no significaban nada importante en la economía venezolana. Ahora, el gobierno de Nicolás Maduro acaba de descubrir que a la burguesía comercial venezolana no le sirve su gobierno y desabastece y acapara, buscando desestabilizarlo. Por ello acaban de ocupar con el Ejército 35 sucursales de la cadena de supermercado Día a Día y detuvo, para indagar, a cuatro empresarios de dicha firma, los que serán sometidos a investigación.

En realidad, lo que se debería expropiar –sin indemnización– son, precisamente, todas las cadenas de supermercados de alimentos y de electrodomésticos y ponerlas bajo el control de los trabajadores. Sin embargo nada de eso hace el chavismo, demostrando que el “Socialismo” del siglo XXI es mucha demagogia y propaganda de si mismo, pero en realidad no es ni chicha ni limonada. Y los que terminarán favorecidos son los empresarios; los que ahora son “amigos” del gobierno, o los empresarios “enemigos” después, si no hay una verdadera revolución social.

Pero el problema de fondo es la producción, y no el comercio, porque Venezuela depende de la importación de muchas cosas, pero principalmente de productos alimenticios, de limpieza y tocador. Esa situación no se soluciona si no se desarrolla la industria. Y en 15 años de chavismo, la mayoría de los cuales fueron con el petróleo en precio récord histórico, Venezuela no ha logrado industrializarse, aunque sea mínimamente para cubrir lo básico del mercado interno. Ese es el gran fracaso del chavismo; y si no lo pudo realizar en la década pasada menos aún podrá hacerlo ahora con la caída del precio del petróleo y la ofensiva económica del imperialismo norteamericano, sobre los países centroamericanos y del Caribe socios de Venezuela, en el CELAC, a través del petróleo subvencionado.

Pero la propia burguesía venezolana “amiga” –la boli-burguesía como le dicen–, a la que el gobierno de Hugo Chávez, vía la renta petrolera, le entregó muchos miles de millones de dólares, supuestamente para industrializar el país, se mostró impotente para realizarlo. Y no por eso estos empresarios se niegan a seguir enriqueciéndose con los fondos del Estado, todo lo contrario, usan esos millones para amasar fortunas en actividades capitalistas –en servicios, comercio, finanzas, especulación, etc.–, totalmente alejadas de la producción industrial. (En Argentina, ocurrió una situación semejante, pero con la renta sojera, cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se quejaba de que los empresarios no invertían cuando... “la levantaron en pala –al dinero–”, durante su gobierno.)

Los políticos burgueses y pequeño-burgueses, en los países semi-coloniales de Latinoamérica, pero también de África y Asia, se chocan con esta realidad permanentemente, de la que no pueden escapar: En los países de bajo desarrollo de las fuerzas productivas no existe posibilidad de independencia nacional, en tanto no se derrote al capitalismo imperialista. Eso ya lo anticipó Lenin en Imperialismo, fase superior del capitalismo, y al mismo tiempo también confirma la justeza de la Teoría de la revolución permanente de Trotsky: La burguesía “nacional” no puede llevar adelante la tarea democrática de independizar al país -industrializarlo-, sólo la clase obrera desalojando del poder a la burguesía y expandiendo la revolución puede terminar con el imperialismo y el atraso de los países semi-coloniales. O sea; sólo la clase obrera luchando por el poder, y conquistándolo, puede terminar con el hambre de miles de millones y la opresión de los pueblos en el mundo.

Para esto la tarea número uno de todo trabajador consciente es construir el Partido obrero socialista y revolucionario, en todos los países, enfrentándose políticamente a la burguesía a sus variantes “socialistas” nacionales que no hacen más que confundir y engañar al proletariado.


M.R.