Las masas egipcias tiraron abajo a Mubarak
Como parte de la crisis capitalista mundial se está dando una oleada revolucionaria democrática en los países árabes, cuyo punto de inflexión fue la revolución en Túnez en enero de este año. Casi un mes después, en Egipto las masas acaban de tiran abajo la dictadura de Hosni Mubarak. Se trata de un triunfo de las masas, de un triunfo parcial, pero de un triunfo al fin. Es indudable que las movilizaciones continuarán y aumentarán en muchos otros países cuyos dictadores tendrán menos margenes políticos para reprimir.
En Egipto, después de 18 días de resistencia, y más de 300 muertos por la represión estatal, Mubarak tuvo que renunciar cediéndole al Ejército la tarea de llevar adelante la "transición democrática". Pero se trata del mismo Ejército que sostuvo a Mubarak durante 30 años, y anteriormente a otros dictadores como Sadat y Nasser por más de 50 años en total. Y fueron los que apoyaron y garantizaron la aplicación de todos los planes económicos que llevaron a la pobreza extrema a la inmensa mayoría de la población, concentrando la riqueza en una ínfima minoría burguesa. En definitiva, se trata de un ejército burgués cuyo cuerpo de oficiales es más que una mera burocracia militar, es socialmente burgués-imperialista, pero con una base de soldados y suboficiales ligados estrechamente al pueblo pobre, lo que en definitiva impidió la represión pues la plana mayor, y el imperialismo, sabía que se corría el riesgo de una ruptura de sus estamentos bajos, y una verdadera revolución junto a la propia destrucción del ejército.
Los analistas burgueses insisten que estos procesos democráticos abiertos en el Magreb y en Egipto son tan importantes como la caída del Muro de Berlín de 1989. Lo que es totalmente falso, en principio porque el imperialismo quería la democracia burguesa en el Este Europeo y en la ex-URSS para lograr restaurar el capitalismo más rápido y capturar sus mercados, pero en los países árabes el imperialismo ya tiene el control de ellos; ya tienen sus mercados, sus fábricas y empresas de servicios. Si hoy los gobiernos norteamericanos y europeos se ven obligados a reposicionarse, y dejar de apoyar tan descaradamente a las dictaduras, se debe a la lucha de clases, a la lucha de los obreros y trabajadores de los países árabes. Y allí está el punto contradictorio de la situación porque la lucha de clases obligó a la burguesía egipcia a dar mayores libertades cuando menos concesiones puede dar. Ni a la burguesía ni al imperialismo les interesa la democracia en los países árabes.
Por eso el Ejército egipcio no puede ser garante de ninguna transición democrática, porque la burguesía y los oficiales son extremadamente conscientes de que el problema de fondo no es de régimen sino de condiciones sociales de vida de las masas, y que ésta revolución democrática abre las puertas aún más a las luchas obreras, campesinas y populares por conquistas sociales, en el marco de una crisis capitalista mundial. Ciertamente que Egipto está en una situación revolucionaria objetiva como señalaba Lenin cuando decía que ella se daba cuando los de arriba no pueden seguir viviendo como hasta entonces y los de abajo no quieren seguir padeciendo más de la misma situación. Por otra parte, tal transición democrática se complejiza porque el imperialismo norteamericano y europeo buscará por todos los medios que los futuros gobiernos egipcios garanticen la existencia del Estado genocida de Israel, y la represión y el confinamiento de los palestinos en Gaza.
En ese marco político y social es que se da esta revolución o rebelión democrática en Egipto, de allí que ninguna fracción burguesa ni el imperialismo plantea la necesidad de una Asamblea Constituyente, todos se limitan a las reformas constitucionales, dicen, para realizar elecciones libres y justas. Aunque no faltan algunos más papistas que el Papa, incluso algunos diciéndose marxistas, que plantean la consigna de Asamblea Constituyente para Egipto. El problema que tiene el levantar esta consigna es que los que la plantean no dicen quién es el que la va a llevar adelante desde el Estado, porque la realidad, no los esquemas sino la realidad, indica que son los militares -pro-imperialistas- los que conducen el proceso, entonces, de realizarse dicha Asamblea Constituyente no será ni libre ni soberana. Y, por otra parte la clase obrera no tiene fuertes partidos ya no para gobernar, sino hasta para participar con alguna trascendencia en una Asamblea Constituyente.
Sin embargo la renuncia de Mubarak se debió a que las movilizaciones no se desactivaban, y más aún, se debió a que la clase obrera comenzaba cada vez más a participar desde los sindicatos y autónomamente, con huelgas y movilizaciones, retomando las grandes jornadas de huelgas del 2009. No sólo fue determinante la clase obrera sino que sigue siendo la única alternativa positiva y democrática al proceso abierto.
En la nueva etapa que se abrió, en este proceso revolucionario con la renuncia de Mubarak, el eje central de la política de los socialistas revolucionarios debe estar en explicar pacientemente que es la clase obrera la que debe gobernar, que sólo la clase obrera en alianza con los campesinos pobres, puede garantizar una Asamblea Constituyente libre y soberana que dé una nueva constitución a Egipto, favorable a los intereses de los explotados. La lucha por garantizar las libertades y las garantías democráticas no debe ir en contra de la lucha por el gobierno obrero y el socialismo, ni al revés. Ambas cuestiones están íntimamente ligadas.
Sobre la base de estos sindicatos y organizaciones campesinas, y de los líderes obreros y campesinos combativos surgidos del proceso revolucionario, es que todo grupo o partido marxista principista en Egipto debe levantar las consignas: "Por un Gobierno Obrero, Campesino y Popular"; "Ninguna confianza en los militares, los políticos burgueses laicos o religiosos"; "Libertad a los presos políticos"; "Por aumentos de salarios"; "Trabajo para todos"; "Comités de Lucha, auto-organización y piquetes de autodefensa"; "Por el desconocimiento del Estado de Israel"; "Fuera sionistas de Palestina"; "Ruptura de todos los pactos políticos y militares con el imperialismo".
En el proceso de esta lucha social y democrática abierta es que los marxistas deben construir el Partido Obrero Revolucionario, aprovechando todos los resquicios legales que la nueva relación de fuerzas brinda; pues sin construir una dirección revolucionaria la clase obrera no podrá gobernar -o enfrentar con éxito la represión que se prepara-, destruir al Estado burgués, expropiar a la burguesía y expandir la revolución a los países árabes que están en la misma o peor situación. En otras palabras, sin Socialismo no hay solución a los padecimientos y los problemas más importantes que tiene el proletariado árabe y mundial. Y para eso, no hay atajos: hay que construir el partido obrero revolucionario y la Internacional.
Viva la lucha de las masas egipcias y árabes– Abajo los "demócratas" militares
Por un Gobierno Obrero y Campesino
Viva la revolución de las masas obreras y campesinas árabes y la conformación de una Federación Socialista de Repúblicas Árabes
sábado, 12 de febrero de 2011
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