Editorial:
Lo
que el kirchnerismo nos dejó
El
Gobierno de los Kirchner, y el kirchnerismo como movimiento
político-ideológico, sólo fue posible por la crisis económica que
se dio a fines de los años 90 y principios del 2000. El estallido de
finales del 2001 cerró un ciclo político. De todos los políticos
patrones Kirchner fue el que mejor lo interpretó. Parte de eso es el
juzgamiento a los militares para tener popularidad pero también
porque, como el 2001/02 demostró, en la situación política que
había quedado el ejército no le servía para las tareas represivas
internas. Había que tener una política para reconciliarlo con la
sociedad. La salida de la convertibilidad y el efecto rebote de la
economía después de casi cinco años de retroceder, junto
al boom de los commodities,
principalmente la soja, le permitió al Gobierno de Kirchner tener un
desarrollo económico como nunca antes había habido, pero que en
menos de 5 años se agotó el crecimiento.
Fue,
paradójicamente, en el momento que se empezaba a entrever con mayor
nitidez el retroceso o agotamiento económico del 'modelo' -fin de
superávit gemelos y estatización de las Afjp para conseguir fondos,
mayores retenciones a las patronales del agro- que se fue imponiendo
el discurso o la ficción 'nacional
y popular' para enfrentar a
los opositores situados políticamente a la derecha. Pero también
sirvió ese discurso para hacerle creer a importante sectores
de los trabajadores otra ficción; que puede haber desarrollo
nacional en un país capitalismo semi-colonial.
Pero no solo no hubo desarrollo industrial importante, sino que
tampoco en diez años no hubo una sola conquista obrera. Más aún,
se retrocedió cuando por decreto Cristina Kirchner quitó la doble
vía de indemnizatoria en accidente de trabajo. Y no solo eso, sino
que de los cientos de miles de millones de dólares que como nunca
antes ingresaron al país, solo hubo migajas en planes sociales y
asignaciones por hijo y embarazo para los sectores empobrecidos, pero
no hubo cambios estructurales que al menos achicara la brecha de
desigualdad entre las clases. Lejos de ocultar estas cuestiones,
frente a sectores de trabajadores que se dicen kirchneristas, con tal
de hacer unidas de acción anti-Macri, los socialistas
revolucionarios no debemos olvidar nada.
Y
no sólo el kirchnerismo no pudo mantener los puestos de trabajo, y
el nivel salarial del 2008, sino que en el segundo mandato de
Cristina, mientras sus partidarios desaforados gritaban “tenemos
patria”, empobrecieron más aún a cada vez más crecientes franjas
de trabajadores. Al punto que no querían da a conocer las
cifras de pobreza.
(Y los empresarios la pasaron muy bien…por supuesto). Queda decir
que en los últimos meses se endeudaron a futuro desesperados para
llegar a las elecciones, que igualmente perdieron. Este es un somero
balance del kirchnerismo y por pequeño sea no hay mucho más por
analizar.
El
gobierno de Macri, y el carácter de su régimen bonapartista de
derecha, es débil para las tareas que la burguesía y el
imperialismo le exige llevar adelante, porque para eso depende del
PJ-FPV, y de alianzas parlamentarias; y, fundamentalmente, su
debilidad está en que la clase obrera no fue derrotada en el período
anterior. Su carácter bonapartista no sólo se explica porque pudo
encolumnar a todos los sectores de la clase patronal detrás de su
proyecto de ajuste, acompañados por la burocracia sindical; sino
también porque amplios sectores de la población, incluso gran parte
de los que votaron a Scioli, debido al desastre kirchnerista,
naturalizaron la necesidad del ajuste tarifario e incluso los
primeros meses de los despidos en estatales. Pero esto ya está
cambiando rápidamente.
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