domingo, 1 de mayo de 2016

Visita de Obama a Cuba:

El imperialismo de los EE.UU. cambia su política; el castrismo no, sigue restaurando el capitalismo en Cuba

La revolución cubana fue durante mucho tiempo la revolución que guio a la mayoría de los luchadores en el mundo y principalmente en América Latina. Era el gran ejemplo a seguir, tanto es así que en las décadas del ’60 y ’70 miles jóvenes perdieron sus vidas tratando de repetir la experiencia de la revolución cubana.
La lucha guerrillera no es un método obrero, es un método utilizado preferentemente por la clase media radicalizada. El triunfo de la revolución cubana sólo fue posible por la combinación de la crisis económica, de la crisis del régimen sanguinario de Fulgencio Batista, de lucha guerrillera encabezada por Fidel Castro y de la huelga general de masas que a último momento aisló aún más al gobierno.
En el contexto de la guerra fría, el triunfo de la revolución cubana, originó una airada respuesta del imperialismo norteamericano. Los ataques, sabotajes y atentados, y la fracasada invasión contrarrevolucionaria de bahía de Cochinos, provocaron una repuesta revolucionaria de las masas cubanas. En 1961 Fidel Castro declaró el inicio de la revolución socialista en Cuba, y los grandes capitalistas y las empresas transnacionales fueron expropiados.
Pero, más allá de los que haya dicho Castro y los stalinistas por el mundo, y repitan los periodistas burgueses; la estatización de los medios de producción no es en sí mismo sinónimo de socialismo, o de revolución socialista. Porque a diferencia de la Revolución Rusa -o Revolución de Octubre-, en Cuba no hubo partido obrero marxista y revolucionario, como fue el Partido Bolchevique, ni fue la clase obrera la vanguardia de la lucha ni surgieron organismos de poder como fueron los Soviet. Y al no tener un partido marxista revolucionario (el factor subjetivo –dirección/consciencia- es determinante) al frente del proceso, no se dieron los revolucionarios cubanos la orientación de construir organismos obreros para ejercer el poder y sin dichos organismos no hay democracia obrera: no hay poder de clase. Y pasado el fulgor revolucionario el régimen de partido único se empezó a burocratizar ganando cada vez más espacio el stalinismo que respondía a la burocracia de la URSS, con su concepción de “socialismo en un sólo país”.
Pero igualmente la revolución cubana fue muy importante, fue la primera y única revolución que expropió a la burguesía en América Latina, y creo un estado semejante a los otros estados donde se expropió (URSS, China, Yugoslavia, etc., etc.) por eso fue correcto llamarlo un Estado Obrero Burocratizado. Todo esto a escasas 90 millas del imperialismo norteamericano, el más fuerte del mundo. Y aún con la conversión stalinista de Fidel Castro, en 1966, desde La Habana se impulsó la conferencia Tricontinental y la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, y en 1967 creó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), como organismos encargados de impulsar la lucha anti-imperialista en América Latina y los países del tercer mundo. Pero todo eso se abandonó prontamente con el fracaso de la guerrilla foquista en Bolivia y el asesinato del Che Guevara en 1967, poniendo fin a la etapa de apoyo de Cuba a los movimientos guerrilleros en América Latina. A partir de ese momento, el castrismo hizo un giro en su política, ya no apoyaba los movimientos revolucionarios sino que buscaba aliados entre militares de izquierda o movimientos nacionalistas burgueses. En ese marco no es de extrañar que al Sandinismo le aconsejaron no expropiar a la burguesía en Nicaragua o al Farabundo Martí no tomar el poder en El Salvador, o que hayan apoyado al PRI en México y a Carlos Andrés Pérez en Venezuela en los años ‘80.

Cuba logro sobrevivir al bloqueo del imperialismo norteamericano durante las casi tres décadas siguiente, entre otros factores, por la “ayuda” soviética. La isla por sí sola, a pesar del sacrificio heroico de su pueblo, no podía resistir a más grande potencia imperialista. Desde 1961 hasta 1989, la burocracia del Kremlin apoyó a Fidel Castro con petróleo, tecnología, armas, alimentos y precios subsidiados. Este “ayuda” soviética, vital para la economía de la isla, no fue desinteresada. Los burócratas rusos apoyaron a Castro con el objetivo que éste moderara su política y se transformara en un aliado internacional de la ex URSS. O sea, para que llevara una política contrarrevolucionaria.
Después del derrumbe de la exURSS y de los Estados Obreros Burocratizados de Europa del Este, en 1989/91 y con el pretexto de la sobrevivencia de la revolución, la burocracia cubana inició con firmeza una apertura hacia el capitalismo. Todo eso se escondía detrás de discursos de Fidel Castro a favor de la “patria socialista”, pero se estaban operando cambios graduales, inspirado en el modelo chino y vietnamita, de un lento pero firme proceso de restauración capitalista bajo la férrea mano de la burocracia del Partido Comunista de Cuba.
Esto fue lo que se denominó el “período especial” en los primeros años de los ‘90, que fue de grandes penurias para las masas cubanas. Fue el período en donde hizo falta de todo, mientras los burócratas cubanos recorrían el mundo tratando de convencer a los capitalistas para que invirtieron en la isla. La necesidad apremiante de conseguir capital y materias primas para vencer el hambre, fue la justificación ideológica de estos primeros pasos balbuceantes hacia el capitalismo.
Este proceso de restauración capitalista trajo los primeros cambios políticos, como las reformas a la Constitución en 1995, en donde se introdujo el concepto de propiedad privada. Asimismo, se aprobó, entre otras leyes importantes, la Ley 177 sobre Inversiones Extranjeras, el Decreto 162 sobre Aduanas y el Decreto 165 sobre la creación de Zonas Francas y parques Industriales.
En la medida en que iniciaba un lento pero firme retorno a la economía capitalista, también se reprodujeron las mismas lacras sociales que la revolución había erradicado. Con el auge del turismo ha resurgido la prostitución, los clubes nocturnos y cabarets que el mismo Fidel Castro había clausurado al inicio de la revolución, por considerarlos una afrenta para los cubanos. Pero ahora todo eso, como es son una necesidad para el turismo de Europeos, canadienses y norteamericanos, es visto con buenos ojos y buscan justificarlo.
Antes del triunfo de la revolución en 1959, Cuba vivía esencialmente del turismo y la venta de azúcar. Ahora, el castrismo pretende salir de la bancarrota entrando al mismo camino. La lógica es de hierro, ya lo previó León Trotsky en La revolución traicionada, al analizar a la burocracia stalinista. Esta hará cualquier cosa, hasta llevar nuevamente a Cuba a ser una semi-colonia pobre, antes de perder sus privilegios de casta. Pero nunca impulsará la revolución socialista mundial, porque eso es inclinar la balanza en favor de la igualdad, y la burocracia stalinista que se dice “comunista”, no era ni es para nada comunista.
La reciente vista de Obama a Cuba, tras la reapertura de la embajada norteamericana el año pasado, marca el cambio de la política del imperialismo que no quiere quedarse sin el negocio de la restauración capitalista en la isla, pero en esto no hay ningún cambio en la burocracia castrista. Hoy el levantamiento del bloque económico, que sólo era llevado adelante por dos países (EE.UU. e Israel), no significa nada más que el aceleramiento de la restauración capitalista. O mejor dicho; el más rápido desarrollo capitalista de Cuba.
Mientras tanto el imperialismo norteamericano y la naciente burguesía cubana, surgida de las entrañas de la burocracia castrista, buscan el recambio más conveniente ante la inminente desaparición física de Fidel y Raúl Castro, y de toda la generación que encabezó la revolución.
Sin embargo no todo es cielo despejado para la burguesía y la burocracia castrista. Hay un actor que como un tigre está agazapado esperando el momento de saltar; nos referimos a los gusanos cubanos en el exilio que reclaman la indemnización sobre sus bienes expropiados (y la indemnización por décadas de lucro cesante, que se trata de miles de millones de dólares) que esperan el momento para volver, porque saben que el imperialismo de ellos no se van a olvidar y saben también que cuanto más semi-colonial y pobre sea Cuba más necesitará de la ayuda Norteamericana y más fuerza tendrá EE.UU para imponer condiciones. Y esto entrará en contradicción y posible colisión con la burguesía castrista en la isla.
Los socialistas revolucionarios de la LCT no tomamos partido por ninguno de estos bandos, porque ambos son pro-capitalistas, pero si hubiera una invasión norteamericano o una guerra civil entre la burguesía gusana y la burguesía castrista no dudaremos en situarnos en el campo militar de ésta última pero manteniendo total independencia política para luchar por una salida obrera y socialista. Porque, la misma historia de Cuba lo demuestra, sólo la clase obrera construyendo una dirección revolucionaria sacará del atraso y la opresión imperialista a Cuba, y a todos los países semi-coloniales del mundo.
Sin embargo no todo es cielo despejado para la burguesía y la burocracia castrista. Hay un actor que como un tigre está agazapado esperando el momento de saltar; nos referimos a los gusanos cubanos en el exilio que reclaman la indemnización sobre sus bienes expropiados (y la indemnización por décadas de lucro cesante que se trata de miles de millones de dólares) y que esperan el momento para volver, porque saben que el imperialismo de ellos no se van a olvidar y saben también que cuanto más semi-colonial y pobre sea Cuba más necesitará de la ayuda Norteamericana y más fuerza tendrá EE.UU para imponer condiciones.  Y esto entrará en contradicción y posible colisión con la burguesía castrista en la isla.

Los socialistas revolucionarios de la LCT no tomamos partido por ninguno de estos bandos, porque ambos son pro-capitalistas, pero si hubiera una invasión norteamericano o una guerra civil entre la burguesía gusana y la burguesía castrista no dudaremos en situarnos en el campo militar de ésta última pero manteniendo total independencia política para luchar por una salida obrera y socialista. Porque, como la misma historia de Cuba lo demuestra, sólo la clase obrera construyendo una dirección revolucionaria sacará del atraso y la opresión imperialista a Cuba, y a todos los países semi-coloniales del mundo.

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