Antes que nada, es necesario aclarar una vez más que el peronismo, en todas sus variantes -como la UCR, el ARI, el PRO, el Proyecto Sur, etc.-, es un partido o movimiento político patronal, que defiende al capitalismo como sistema, por eso mismo gobierna para los intereses de los empresarios. La diferencia con los otros partidos patronales está en qué sector burgués priorice cada uno y en qué sector social se apoyen para tener respaldo político. En este sentido el peronismo, como quiere ser apoyado en las elecciones por las masas populares, generalmente tiene un costado más popular que los otros, pero es sólo a los efectos de ganar su apoyo electoral y gobernar para los intereses de los empresarios, entre los cuales se encuentran la gran mayoría de sus dirigentes: son patrones.
Néstor Kirchner no fue la excepción. Fue privatizador y ultra-menemista hasta 1996, posteriormente apoyó a Duhalde, y de su mano llegó a la presidencia. Hoy, tras su reciente muerte, su gobierno es reivindicado por los empresarios y los medios de comunicación (incluso los más opositores), porque siguiendo la política de Duhalde sacó a los piqueteros de las calles cooptando muchas de sus organizaciones con planes trabajar y trabajo-basura de micro-emprendimientos y falsas cooperativas, controladas de forma clientelar por los mafiosos intendentes del conurbano bonaerense. Entre sus medidas de gobierno sólo se destacan, con el acuerdo de los radicales, el cambio de los miembros ultra-menemistas de la Corte Suprema de Justicia (nuevos jueces para las mismas leyes anti-obreras), y porque reabrió las causas de juicios a los militares. Pero ambas cuestiones, que le dieron una gran popularidad, no le costaron ni un centavo a su gobierno. La desaparición del testigo Julio López está enmarcada en esa demagógica y barata forma de actuar que no procuró crear un dispositivo de protección a los testigos hasta que terminen los juicios.
Por lo demás, aprovechando el gran crecimiento económico, Kirchner pagó cifras millonarias (casi 10.000 millones de pesos) en concepto de compensación a los bancos en el 2005. Sí, a los mismos que se enriquecieron con la incautación de los depósitos en el 2001, pero no le devolvió a los ahorristas la diferencia de la pesificación asimétrica. Como Alfonsín, Menem y De la Rua pagó religiosamente la deuda externa, y hasta por demás al FMI saldándole innecesariamente toda la deuda (9.810 millones de dólares) contraída con este organismo que nos hambreó por décadas. ¿Y la deuda interna? Como ejemplo: dos años después, cuando Cristina Kirchner siendo presidenta fue a la provincia de Salta, a Tartagal, “descubrió” que en el norte argentino había pobres: El cinismo es una necesidad permanente de los gobiernos patronales.
Todo el planteo económico “productivista” del gobierno de Kirchner se redujo a subsidiar a las empresas (incluso a las multinacionales), y a esperar a que los empresarios reinviertan. Con la misma concepción liberal de “la copa derramada” de Menem, esto es; “si a los empresarios les va bien, les va a ir bien a todos”. Ciertamente que se recuperaron empleos en ese período porque la caída, de 1998-2002, había sido muy abrupta; y que los salarios aumentaron, pero también aumentó mucho el costo de vida en esos años. En general los salarios están al mismo nivel que en el primer gobierno de Menem, con el agravante de cuatro veces más pobreza, y que el alquiler está casi al doble y las viviendas al triple que en los años '80 y '90. Y que ya se están preparando tarifazos en lo servicios y transportes.
También es falso que Kirchner, y el kirchnerismo, no hayan reprimido las luchas, que defiendan las libertades y los derechos humanos. Por el asesinato de Mariano Ferreyra en manos de la burocracia sindical, el matrimonio K no mostró ninguna consternación, y Cristina Kirchner ni quiso recibir a una delegación que buscaba una entrevista, incluso llegó a decir que se trató de una pelea de bandas, y que no se debía ir más con palos a las marchas (será para que las patotas de la burocracia sindical nos peguen mejor como ocurrió nuevamente en la provincia de Santa Cruz el mismo día que velaban a Néstor Kirchner). Tampoco el gobierno quiso recibir a los familiares de Luciano Arruga, joven muerto por la policía por no querer robar para ellos. Y pocos años antes, después de tratarlos como terroristas, con la policía se les impidió a los trabajadores del Garrahan llegar a Plaza de Mayo a manifestar, se reprimió terriblemente a los docentes de Salta (y se atropelló literalmente a los docentes de Santa Cruz), se reprimió salvajemente la lucha de los trabajadores de Las Heras que luchaban contra los impuestos a los salarios, se reprimió con la prefectura a los trabajadores del Casino, y ahora Aníbal Fernández dijo que la policía hizo lo que tenía que hacer cuando mataron a Ferreyra (dar cobertura y mirar para otro lado). Y lo más notorio, que supera ampliamente al menemismo, es que se tercerizó la represión fomentando las patotas sindicales (nutridas de las barras bravas de fútbol) que armadas con palos y armas blancas y de fuego salen a pegarle a los trabajadores, a reprimir las luchas.
Todo el mito del carácter “nacional, popular y progresista” de Néstor Kirchner que están intentando construir con su muerte no se corresponde en lo más mínimo con la realidad. Incluso las dos medidas más populares que se tomaron, como la re-estatización del sistema de jubilación y la asignación familiar por hijo, fueron en el Gobierno de Cristina Kirchner. La re-estatización de las jubilaciones se realizó cuando la crisis empezaba a ser notoria y necesitaban dinero fresco para mantener el plan; y la asignación por hijo, después de negarse durante meses, fue aceptada cuando perdieron las elecciones del año pasado. En un país con un 30% bajo la línea de la pobreza (mientras se mantiene la falsificación de las estadísticas del INDEC), con una alta tasa de desnutrición y mortalidad infantil por hambre -que no quieren reconocer-, no querían quedar como anti-populares frente a la otra oposición patronal que reclamaba esa asignación por hijo.
La pelea con la burguesía del campo en el 2008, que continuó con el enfrentamiento al Grupo Clarín en el 2009, es lo único que le da popularidad al gobierno, sin embargo ni el grupo Clarín dejó, ni dejará, de ser un grupo concentrado de medios de comunicación, ni la oligarquía agraria dejó de serlo con las más que tibias medidas kirchneristas. Entre sus resultados se destacan la profundización menemista de la extranjerización de la tierra, la entrega del petróleo, los minerales a las multinacionales mineras, y su estrecha relación con el negocio del juego de Cristóbal López. Y no es un dato menor la gran cantidad de casos de corrupción, y la quintuplicación patrimonial de la familia Kirchner en estos ocho años en el poder.
Pero alguno dirá “a pesar de todo eso se trata de un gobierno con apoyo popular, y Néstor Kirchner se transformó en una especie de héroe nacional.” Sí, hoy es así, pero que pasen estas cosas no es nuevo, ya Lenin hace muchos años decía: “Los hombres han sido siempre en política, víctimas necias del engaño ajeno y del propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase.” La lucha política en la clase trabajadora, por la conciencia política de clase, es una pelea permanente, debido a que los empresarios tienen muchos más recursos y medios, e incluso tienen a la misma burocracia sindical para engañar a los trabajadores.
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