domingo, 15 de septiembre de 2013

¡A derribar la dictadura de Al-SisiI!


Ya van más de 2 meses del derrocamiento del presidente Mohamed Mursi y la represión de la dictadura militar conducida por Fatah al-Sisi no cesa. Tampoco cesa la resistencia del grupo de los Hermanos Musulmanes (grupo político-religioso del depuesto presidente Mursi), que ha sido recientemente ilegalizado. Pero más allá de la lucha por la democracia formal el pueblo egipcio manifiesta un hartazgo cada vez más grande sobre las condiciones económicas-estructurales de la carestía de la vida y el retroceso del empleo, principalmente. La desaceleración económica contribuyó al aumento del desempleo que se ubicó en 13% a finales de diciembre pasado, con aproximadamente 3.5 millones de personas sin trabajo y donde la cifra actual sigue creciendo. Esta situación impulsa la ofensiva popular que va sumando de a poco a más sectores en su lucha contra la dictadura ya con una asonada de miles de muertos en todo el país..

Estas tensiones políticas han hecho actuar al Fondo Monetario Internacional a mediados de julio concediendo un préstamo por 4.800 millones de dólares al régimen militar. Saben que el Estado egipcio maneja un presupuesto donde se incluyen los salarios del sector público y grandes subsidios, elementos que representan más de la mitad del gasto público y los cuales deben reducir con más ajustes. Esta "ayuda" del imperialismo busca darle una bocanada de aire al régimen militar de Al-Sisi para erigirlos como un sector dictatorial-bonapartista, como veedores de los paquetes de ajuste a llevar adelante (porque, el imperialismo nunca regala dinero!). Y lo mismo pasó previamente con el desgastado régimen de Mubarak en el 2011, cuando cayó por las movilizaciones obreras y populares por un lado y la supuesta neutralidad del Ejército por el otro. El plan del imperialismo fue y es desviar el descontento popular, descomprimir las movilizaciones y no permitir alternativas políticas independientes de la clase obrera para su propia lucha. Por otro lado desean que Egipto siga siendo el interlocutor del sionismo israelí que ve con malos ojos los levantamientos populares de la región. 

La dictadura y el imperialismo hacen ver los acontecimientos de Egipto como una pelea entre los militares laicos y los extremistas religiosos islámicos del depuesto Mursi, pero la lucha de clases se cuela y condiciona a estos bandos burgueses. El 26 de agosto más de 24.000 obreros textiles de la ciudad de Al-Mahalla, cercana al delta del Nilo, iniciaron una huelga por una justa recomposición salarial, y mejores condiciones de trabajo. Esta acción rápidamente sumó el acompañamiento de los trabajadores estatales en su conjunto ante varias reformas estructurales que vienen viviendo desde el régimen de Mubarak. En pocas palabras, desde ese momento hasta la fecha sus condiciones laborales han empeorado. Y es aquí mismo, también, donde nacieron las grandes huelgas textiles de los años 2006, 2008, y la del 2011. Pero más allá de la valentía y la organización de este sector del proletariado egipcio sigue pesando la fuerza de la burocracia sindical donde los reclamos soló los mantiene en el plano económico sin ajustarlos con el político, bloqueando con ello no soló la concreción de muchas de esas demandas, sino también la elevación de la conciencia en la clase obrera, y de una salida revolucionaria para los trabajadores frente a la sangrienta dictadura.

¡Abajo la dictadura militar de Al-Sisi! ¡A derribar todas las variantes de la burocracia sindical que negocian con el régimen militar!
¡Por la conformación de milicias obreras y populares!
¡Por la construcción de un Partido Obrero Revolucionario que oriente una salida obrera y revolucionaria a la crisis de poder! ¡Por un gobierno de obreros y campesinos revolucionarios!


Miguel Belor

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