miércoles, 28 de octubre de 2009

El capitalismo agoniza, y en su agonía todo lo descompone

Mientras hay millones de desempleados que las estadísticas ocultan, y los sueldos cada vez alcanzan menos, el gobierno hace propaganda de que ha creado unos cuantos miles de puestos de trabajos, todos precarizados, momentáneos, y con salarios muy bajos. Y nos muestran que la gente está contenta porque ahora tiene trabajo, que solo le dan si lo punteros del PJ los anotan en sus listas. ¿Pero es que alguno puede mostrarse descontento cuando si lo hace el puntero peronista lo saca de la lista? Hambre, miseria creciente, desocupación, clientelismo, bajos salarios y represión a los que luchan, esa es la realidad de este sistema de los patrones y sus políticos.

Como siempre, todas las variantes de los radicales y todas las variantes de los peronistas se desviven para mostrarnos que si se los votan a ellos las cosas van a estar mejor. Mentiras, pero qué otra cosas pueden decir ellos, si de eso y para eso viven. En el mejor de los casos nos dirán que nada puede hacer porque la crisis es mundial, eso es cierto: el capitalismo no funciona en ningún lado. Pero, así y todo, insistirán en que es lo mejor, lo único posible.

Mientras tantos los burócratas sindicales, de la CGT y la CTA , cuentan los millones que a la fuerza nos descuentan de los salarios –del 50 por ciento de los trabajadores que están en blanco–, el mismo 2,5 por ciento de la masa salarial que las patronales y el Estado aportan a sus cuentas bancarias. Son miles de millones de pesos mensuales. Por eso no es de extrañar que no hagan campaña de afiliación a los sindicatos, que no hagan apertura en empresas sin representación sindical para que tengan comisiones internas; y que nada hagan contra, el hambre, los despidos, contra los bajos salarios, etc. Los dirigentes sindicales están vendidos, están a sueldo (a muy grandes sueldos) de las patronales y el Estado.
Por esto mismo, los burócratas sindicales actúan como verdaderos policías de las patronales en las estructuras de la clase trabajadora (fábrica, hospitales, comercios, establecimientos, etc. etc.) buchoneando a los trabajadores que quieren luchar –y hasta por solo reclama lo que les corresponde–, para hacerlos echar. Y cuando hay luchas contra los despidos de las patronales –que para despedir siempre dicen estar en crisis–, estos traidores sindicales están con la patronal. Pero si no pueden controlar tal o cual lucha tienen como última instancia al Ministerio de Trabajo que se encarga de hacerles cumplir las leyes a los trabajadores, pero dejando a las patronales hacer lo que quieran.

Todo el sistema capitalista está diseñado para oprimir a la clase obrera. La burguesía ha perfeccionado sus métodos de dominación para lograr explotar más y más, y así acrecentar sus ganancias. Ha comprado a los dirigentes sindicales, y sus políticos hoy crean organizaciones “piqueteras” (organizaciones sociales las llaman) cooptadas por el Estado para lograr canalizar, vía el clientelismo, el descontando de los desocupados y los hambrientos. Con los 180 pesos de asignación supuestamente universal por hijo pasará lo mismo que con el Plan Trabajar, que pasaron ya diez años y siguen en 150 pesos. La miseria y la represión continúan, y continuará creciendo mientras no conquiste el poder la clase obrera.

Pero la clase obrera no puede conquistar el poder si no construye previamente su partido revolucionario. Un partido que no esté comprometido con el sistema, que no tenga problema en decir lo que es. Un partido que no sea electoralista, como los actuales partidos de la izquierda, que sí se presenta a elecciones lo haga para desnudar todo el mecanismo de dominación y las mentiras de la democracia –de los millones de dólares– de los patrones y sus políticos; y no para querer sacar votos a costa de no decir las cosas como son. Y que el dinero que reciben del Estado, por los votos obtenidos, sea devuelto a los fondos de huelga de las luchas de la clase trabajadora.
Un partido que no tenga problema en decir que lo que se necesita es una revolución para terminar definitivamente con la desocupación reduciendo la jornada laboral, y la explotación expropiando todas las fábricas y devolviéndoselas a sus verdaderos dueños, de donde salió el sudor para que ellas existan: los trabajadores. Que sólo socializando los medios de producción (tierras, industrias, maquinarías, tecnología, etc.) se va a terminar definitivamente con el hambre, la miseria (e inseguridad), los bajos salarios, y habrá viviendas decentes para todos. Que esa revolución proletaria no puede quedarse circunscripta a un sólo país, que debe ser mundial, para terminar definitivamente con los explotadores. Que la democracia de los Consejos Obreros será mil veces más democrática que la democracia burguesa y su farsa de Parlamento.
Un partido revolucionario, de la clase trabajadora, que proyecte un futuro para todos y no para unos pocos ricos, burgueses, oligarcas o capitalistas, y otros muchos parásitos burócratas políticos y sindicales, que igualmente viven de la explotación y el hambre de los trabajadores. Un partido que luche por el Socialismo y la democracia obrera.

Construyamos la Liga Comunista de los Trabajadores

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