viernes, 20 de octubre de 2017

Echemos al Gobierno de Macri derrotando su plan de super-explotación, desocupación y represión


Las elecciones de las Paso han dejado en una situación satisfactoria al gobierno de Macri, aunque no haya ganado en la provincia de Buenos Aires. Igualmente, para las próximas elecciones del 22 de octubre, el gobierno se siente muy seguro. Entiende que la relativa recuperación económica -inflada por la inyección de millones de dólares en la obra pública-, y que la alta corrupción del gobierno anterior le sirve para, mientras oculta su propia corrupción, contrarrestar las críticas, por qué; “no estamos tan mal, ahora estamos creciendo” y “los K fueron peores” de corruptos.
A esta situación, que retroalimenta el gobierno, lejos del discurso de querer terminar con los enfrentamientos verbales, o “la grieta”, como decían cuando no eran gobierno, la profundiza más aún en la campaña electoral en función de justificar todo, y de obtener votos. De igual forma el kirchnerismo, principalmente Cristina Fernández, busca profundizar ese enfrentamiento, que es sólo de palabra -porque votaron muchas de las leyes que necesitaba el macrismo-, pero en los hechos dejan pasar todas las otras medidas de ajuste.
Y en este contexto las otras expresiones políticas, aunque sean peronistas, como Massa o Randazzo, quedan sin mucho margen político electoral. Situación de polarización que también afecta el electoralista esfuerzo de la izquierda clasista, sea del FIT o del IFS.
De igual forma el gobierno ataca a lo más corrupto de la burocracia sindical (siempre y cuando no sean oficialistas) para ganarse a la opinión pública, y de esa forma disciplinar a los otros burócratas sindicales, que igualmente ya negociaron, para que osen realizar ni un paro dominguero. Mientras ya es por todos conocido, y más aún por los burócratas sindicales, que se flexibilizaran las condiciones de trabajo, gremio por gremio, a través de los acuerdos con los sindicatos, negociado modificaciones en los convenios colectivos de trabajo.
Al mismo tiempo el gobierno ya anuncia nuevos aumentos en los servicios, en la nafta un 10 por ciento, y un 40 por ciento en el transporte, un 30 por ciento la electricidad, etc. Y, hasta ahora, la población acepta resignadamente esos aumentos, entendiendo que se está arreglando el desbarajuste que dejó el kirchnerismo con los subsidios a las empresas de servicios. Y el sector que apoya a los kirchneristas lo critica, pero, como Cristina Fernández, y el peronismo, que llama a votar, pero no a luchar, lo dejan pasar.
Y esto, no lo es todo; después de estas elecciones además de más tarifazos, flexibilización laboral y la rebaja de los aportes patronales, también vendrán recortes en el gasto público. Esto no lo realizan cuando votan los presupuestos, por sí mismo bajos, si no cuando lo sub-ejecutan (o sea, cuando gastan muchos menos de lo que votaron cuando asignaron recursos a cada sector, para después reasignar las partidas “sobrantes” a otras áreas) en salud y en educación. Y más despido en dependencias estatales. A esto se le suma el manejo de la caja del PAMI (50 mil millones de pesos) sin ningún control. Donde todo estos ajustes, recortes y quitas de prestaciones a jubilados, apunta a hacer una gran caja para el pago de la deuda externa, en un año donde se vencen muchos compromisos de pago.
Así las cosas, cualquiera (menos la izquierda adaptada al régimen) se da cuenta que, aunque haya que votar a listas obreras, los votos no van a cambiar la situación. Tenga uno o dos puntos más, de porcentuales de votos, el macrismo o el kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires, este gobierno seguirá para adelante con el ajuste y los ataques. De hecho, la represión y la escandalosa desaparición forzosa, en manos de la Gendarmería, de Santiago Maldonado no parece hacer meya en la intención de votos al gobierno, ni el uso de la Gendarmería y la Policía.
Y menos aún cambiarán las cosas con el voto, cuando ese voto es pedido por esa izquierda, para encontrar la solución a los grandes problemas, y padecimientos de la clase obrera y del pueblo pobre, en el marco del sistema capitalista. Y no para decirle claramente a los trabajadores que la lucha es por poner en pie una herramienta política para la toma del poder por la clase obrera, para desde allí construir otra sociedad; donde se reducirá la jornada laboral, donde habrá trabajo, salud y vivienda para todos, etc., etc.
Pero, aunque los votos no cambiarán la realidad igual al gobierno se lo puede derrotar, impulsando las luchas y la unidad de éstas, su coordinación, y la puesta en pie de un Congreso Obrero de Delegados de Base que unifique a sindicatos, seccionales y comisiones internas combativas de todo el movimiento obrero, a los diferentes sectores clasistas y los partidos de la clase trabajadora. Y que, desde allí coordine y llame, embretando, a la burocracia sindical que dice estar en contra del ajuste pero que lo deja pasar, para imponer la Huelga General, y un verdadero plan de lucha, hasta derrotar el plan de hambre y represión del gobierno.
Se puede triunfar; se trata de llevada adelante la táctica del Frente Único Obrero, combatiendo la política divisionismo de los partidos electoraleros de la clase trabajadora, para con la unidad mejor combatir a la burocracia, y lograr derrotar el plan de super-explotación, despidos, miseria y represión del gobierno de Macri.

La burocracia sindical cocina a fuego lento la traición


Los burócratas de la CGT, los Héctor Daer, Carlos Acuña, Juan Carlos Schmid y hasta Pablo Moyano, con la excusa de que el gobierno de Macri les prometió que no se va a realizar una reforma laboral al estilo Brasil, no han llamado a parar con un plan de lucha, como habían anunciado hace meses, y han trasladado su confederal que se iba a realizar en septiembre a octubre, pasadas las elecciones.
Y a pesar de todo, con sus cuatro o cinco alas, la CGT sigue unida y nadie quiere sacar los pies del plato. Es claro que la devolución en cuotas del dinero de las obras sociales que kirchnerismo le tenía retenidas, unos 29.000 millones pesos, los tiene a todos muy quietos. Pero hay más, el macrismo extorsiona a los burócratas sindicales con hacer público su patrimonio. El juicio contra el marítimo `Caballo' Suárez, el canillita Omar Plaini o la detención del “Pata” Medina de la UOCRA de La Plata, lo tiene a más de uno muy nervioso. Sin embargo, esa preocupación no lo incita a la lucha sino a arreglar negociando con el gobierno. De allí la calma que hay entre los jerarcas sindicales, incluso entre los más `combativos` no hay ánimos de lucha. Terminarán entregando todo lo que puedan entregar porque a los burócratas sindicales no los mueven las conquistas o los beneficios obreros, sino del dinero que le ingresa a sus arcas, y, por supuesto, la libertad para poder gozarla.
En ese marco los dirigentes del triunvirato de la CGT, mientras tuvieron una nueva cita constructiva con Triaca, el Ministro de Trabajo, ya han definido su voto por Cristina Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo, con el argumento que hay que votar peronistas para frenar la reforma laboral en el Congreso.
Pero que no haya una reforma laboral al estilo Brasil, o sea como ley votada en el Congreso, no significa que no vaya a haber flexibilización laboral. En este sentido nada dicen los burócratas sindicales de las paritarias donde se han modificado los convenios colectivos de trabajo de forma muy favorables a las empresas. Como en petroleros, conducidos por Guillermo Pereyra, del Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Neuquén, Río Negro y La Pampa, sobre el que no tomaron ninguna medida por tal traición, sino que más bien lo justificaron.
De cualquier forma, no se puede descartar que realicen un paro sin continuidad, para hacer que algo hacen, pero eso no sería “romper la tregua”, sería un nuevo engaño. Y ni así y todo, hoy por hoy, lo quieren hacer, porque no quieren enfrentarse al gobierno de Macri; porque es enfrentarse a la fuente de sus ingresos económicos, base de sus privilegios millonarios.

¿Unidad de la izquierda o Frente Único Obrero?


Estamos en campaña electoral y la consigna, o la expresión, por la unidad de la izquierda es esgrimida por algunos candidatos y también por los periodistas, que cuanto más odian las ideas de izquierda, parece que más se aferran a criticar su desunión.
Pero "izquierda" es una expresión genérica de la misma política burguesa, entendiendo que en la izquierda están los pensamientos revolucionarios y más progresivos; y a la derecha los más conservadores y reaccionarios. En ese sentido, obviamente, los marxistas -incluso los anarquistas reales- estamos en el espectro de la izquierda. Y a su vez, en el mismo marxismo hay sectores a la izquierda y otros a la derecha; por ejemplo, en relación a la actitud de éstos frente a la burguesía y su régimen. También hay un amplio centro. 
Pero los marxistas no somos la izquierda en general, y nuestra distinción y delimitación de los grupos políticos no la realizamos primeramente por aspectos ideológicos, sino de clase social que esos partidos por sus programas representan. Por ejemplo; se han dado infinidad de casos donde fracciones políticas pequeño-burguesas tienen posiciones mucho más a la izquierda, en su radicalidad, que la de los marxistas, incluso que la de los marxistas más principistas. Y sin embargo los marxistas principistas no deben juzgarla por la ideología que esbozan éstos sino por el programa e intereses de clase que defienden.
Entonces no somos sólo de izquierda, somos principalmente marxistas, porque hay una izquierda obrera y hay una izquierda -que so pretexto que quieren humanizar al capitalismo o de algún proyecto de desarrollo burgués nacional- es pro-capitalista. Y también hay una izquierda "anti-capitalista", mayoritariamente pequeño-burguesa y plebeya, que al no tener objetivos proletarios o un programa obrero termina igualmente siendo burguesa.
Hoy en día la palabra “izquierda” se ha puesto de moda, y desgraciadamente muchos marxistas, y hasta trotskistas, han sucumbido a ella. Hay muchos partidos que en sus siglas tienen la palabra "izquierda", hay diarios partidarios digitales que se presentan como de izquierda, los frentes electorales son de izquierda, y se ha expresado, y se seguirá expresando, el deseo de la unidad de la izquierda. Planteándolo como la salvación electoral unos, o como la unidad del clasismo otros, y también los que quieren esa unidad de esa izquierda clasista para las elecciones y la lucha, como una especie de micro Partido de los Trabajadores, porque no hay una amplia vanguardia obrera como para impulsar un PT real, o sea; como un partido de toda la clase.
Todos estos planteos se dan en el marco de una fuerte ofensiva de la burguesía, y, obviamente, en la lucha de clases lo menos que se puede esperar es que la izquierda clasista esté en la misma trinchera y no así con la izquierda pro-capitalista. Sin embargo, la política de un partido marxista no debe ser la de unir a la vanguardia -la izquierda y los que luchan- sino principalmente hacia el conjunto de la clase, embretando y desenmascarando a sus direcciones burocráticas. Y con ese anclaje, y con ese objetivo, llamar a unir a la izquierda clasista y a los que luchan. Si no, si se hace al revés, la política es vanguardista y sectaria, o sea, de vanguardia y para la vanguardia. Porque la orientación a tener para derrotar al gobierno y su plan no es la unidad de la izquierda; es la de frente único obrero, que la incluye.
Se insiste también con la unidad electoral de la izquierda, pero esa unidad no siempre es progresiva, incluso en la izquierda clasista. Veamos el caso de FIT (PTS-PO-IS) en el plano electoral: ¿es correcto que se junten tres partidos marxistas a orientar en campaña electoral infinidad de consignas y tareas mínimas y transicionales sin decir que es la clase obrera la que debe tomar el poder para poder concretar las más importantes? No, por supuesto que no lo es. Eso es electoralismo de la peor especie, porque dan a entender, y crean la falsa ilusión, de que en el marco del capitalismo se puede resolver las cuestiones más importantes, sólo habría que saber votar.. votándolos a ellos. Así les dicen a los trabajadores que sus problemas más importantes se solucionan sabiendo escoger la papeleta adecuada. Y el otro frente electoral, el IFS (MST y N.MAS), no sólo no le critica eso al FIT, sino que en su afán electoralista tiene la misma política, mientras suplica la unidad electoral con estos.
La unidad electoral de la izquierda clasista, al estar adaptada al régimen, crea una falsa consciencia en la clase, reforjando las cadenas de opresión del régimen de dominación burgués.
 
Marcelo Ríos

Analisis de las PASO y política para las elecciones de Octubre


Terminaron las PASO. Y entre la izquierda reflota una pregunta ¿y ahora qué sigue? Las PASO dejaron por resultado un aparente avance del macrismo (no estamos hablando de elecciones definitivas), ya que saco el primer lugar en provincias que habían sido gobernadas por partidos-caudillo desde 1983, como el MPN en Neuquén.
El kirchnerismo, por su parte, gano en la provincia de Buenos Aires, pero por un margen de diferencia con Cambiemos menor a un 1% y además salió en el segundo puesto de la mayoría de las provincias donde se presentó.
El FIT supero las PASO y con una votación superior a la del 2015, pero sin llegar a superar su histórico techo del 2013. Y el debutante IFS hizo una buena primera elección y podrá presentarse en distintas provincias (como Córdoba) pero no podrá medirse contra el FIT en Bs.As.
Entonces, con este horizonte, es necesario hacerse una pregunta ¿Por qué, a pesar del avance del ajuste, Cambiemos avanzo en las PASO? ¿Existe una derechización de las masas? En nuestra opinión no. En los casos de las distintas provincias donde se consolido Cambiemos es porque se combinó el voto castigo a sus partidos caudillo (MPN, los hermanos Saa en San Luis, el Kirchnerismo en Santa Cruz,  etc.) porque ellos también aplican el ajuste, con un rechazo de amplios sectores a la vuelta del kirchnerismo. Esto por sí solo no prueba derechización alguna en las masas, porque mejorar la situación internacional y nacional del país es un reclamo valido de las mismas: ellas tienen todo el derecho a reclamar porque sus condiciones mejoren.
Distinto hubiese sido si, por ejemplo, frente a la desaparición de Santiago Maldonado el conjunto de sus votantes (que excede por creces su aparato partidario) no hubiese participado de las marchas por él.  La polarización de Cambiemos contra el Kirchnerismo, echando en cara los casos de corrupción (Baez, De Vido) y la comparación de ese partido con el PSUV de Maduro y su gobierno, sumado al desprestigio del kirchnerismo en distintas provincias (Santa Cruz) hizo que este no alcanzara los resultados esperados según encuestas, aun a pesar de haber ganado en la provincia de Buenos Aires. Massa y Randazzo, aunque salieron en 3% y 4% puesto, fueron relegados por la mayoría de las masas como opciones no viables.
¿Y la izquierda por qué no crece electoralmente? Se dan varias respuestas. Una de las más repetidas es que el FIT no creció por culpa de que el IFS salió a hacerle competencia. Pero para nosotros la razón por la que ninguno de los dos frentes creció exponencialmente (el FIT todavía no supero su techo del 2013) fue, por un lado, por las derrotas obreras (AGR-Clarin, Pepsico, Colectivos de Córdoba, Docentes, etc.) que se causaron por dos motivos: primero porque la burocracia sindical hizo cuanto pudo por derrotar estos conflictos, y segundo porque cuando alguno de los cinco partidos más grandes dirigía o tenía alguna influencia en algún conflicto levantaron una política vanguardista y aislante. Es decir, hacer marchas, exigir la huelga general del gremio y boicot económico a las empresas, pero nunca una política coordinando y unificando a los que luchan y planteando una organización superior desde donde enfrentar y embretar a las direcciones sindicales. Ese es el factor principal que le sirvió al kirchnerismo para reposicionarse.
El otro factor fue la política oportunista de estos frentes. Fue oportunista porque en la orientación política que daban, los dos frentes le cedían a la ilusión más elemental entre las masas: que votando se solucionan las cosas. El discurso de Myriam Bregman en el cierre de campaña del FIT es un ejemplo de ello. Allí dijo que “nosotros peleamos por una verdadera perspectiva anti-capitalista, por terminar con este sistema de opresión, de explotación y porque gobiernen los trabajadores, por eso para derrotar a Macri, para derrotar a la derecha que avanza en América Latina, para ponerle un verdadero freno a sus planes hay que acompañar al Frente de Izquierda”. Es decir, votarlos. Esta clase de discursos no son privativos del PTS. M. Ramal del PO, en la misma fecha, decía “llamamos a la juventud y a los trabajadores anti-imperialistas de esta ciudad y de este país a votar al Frente de Izquierda bajo las banderas de fuera el imperialismo, repudio de las deudas externas usurarias, nacionalización integral del petróleo y del gas y por la unidad socialista y gobiernos de trabajadores en toda América Latina”.
Las razones políticas para luchar por el socialismo estaban, hasta ahí bien, pero nunca brindaban una orientación política más allá del voto al FIT. Votar a un frente de partidos de la clase no es necesariamente igual a tener una política revolucionaria.
Los spots publicitarios son otro ejemplo: proponían la reducción de la jornada laboral a 6 horas y un mínimo de 25.000 pesos. Pero en ningún momento, ni en los spots, ni en entrevistas ni en sus cierres de campaña los representantes de esos partidos aclararon que todas esas políticas se consiguen con la clase obrera en el poder y que esta democracia para ricos no da margen para esa posibilidad, que los votos no son una herramienta para que los trabajadores logren esas conquistas.
El caso del IFS (N.MAS + MST) fue casi idéntico. Como el FIT proponían también consignas como la reducción de la jornada laboral (por ley); solo llegaron a diferenciarse en dos casos puntuales: la primera fue que en uno de sus spots proponían que si las PYMEs se funden, que sea el estado quien las financie. Otra capitulación a las ilusiones de las masas que, esta vez, cruza la frontera de clase más burdamente. Y el otro punto de diferencia fue la intervención de M. Castañeira, dirigente y principal figura pública del N.MAS, en el programa de Navarro. La compañera llego a decir que a Macri “hay que castigarlo en las urnas y derrotarlo en las calles”. Esta frase después sería popularizada por los militantes de ese partido y aparecería en la página web de ese partido y en otras partes. Una frase claramente a la izquierda del discurso de los representantes del FIT que, aun así, está completamente vaciada de contenido porque ¿Qué quiere decir “derrotarlo en las calles”? Para muchos de los que militamos por el socialismo “derrotarlo en las calles” puede significar un conjunto de cortes de rutas, puebladas, huelgas generales, etc. pero siempre se piensan en medidas de fuerza para echar al poder político. Las masas (que no conocen ni están interesadas en la vida militante revolucionaria) no van a comprender esto, sino que entenderán que hay que votar a la izquierda y movilizarse para repudiar al gobierno tantas veces como sea necesario hasta derrotarlo. Los compañeros del IFS al no aprovechar las elecciones para presentar su orientación política le ceden, como el FIT, a las ilusiones de las masas en que el voto es una herramienta de cambio.
Lo que nosotros consideramos es que por supuesto hay que votar una alternativa de clase, pero que para derrotar el ajuste es la unificación de todos los conflictos en pugna y los por venir en un centro coordinador de luchas que tenga como norte la formación de un Congreso Obrero de Delegados de Base que este abierto a todos los que se dicen contra el ajuste. Es decir, unificando las luchas obreras y populares en curso (Cervelar, estatales, Cresta Roja, Pepsico, estudiantes, justicia por Santiago Maldonado, etc.) en un centro coordinador podemos ir coordinando acciones concretas como marchas, cortes de accesos (como Panamericana o Puente Pueyrredón), etc. mientras le planteamos al conjunto de los trabajadores y sus direcciones, la necesidad de armar un Congreso de Delegados de Base donde estén representadas todas las tendencias del movimiento obrero que se digan contra el ajuste. Estos planteos van de la mano de la denuncia/exigencia a la burocracia sindical para desenmascararla por no ponerse al frente de la lucha.
No es verdad, como plantea Convergencia Socialista de Combate y la Mesa Promotora por una ANT (de donde fuimos burocráticamente expulsados), que las bases del movimiento obrero odian a la burocracia sindical y sólo necesitan que la izquierda convoque a un encuentro de luchadores para que estas rompan con la burocracia peronista. En realidad, en el movimiento obrero hay una minoría clasista, seguida por dos tendencias mayoritarias: las que, por resignación, costumbre u otro motivo se apegan a la burocracia sindical, y las que cansadas de las maniobras y falta de soluciones de la burocracia gremial se tornan apáticas y se desafilian del sindicato. Es necesario darnos de una política de frente único obrero y eso se expresa en la necesidad del Congreso Obrero de Delegados de Base como planteo central para mover a la clase. La burocracia sindical, si llega a concretarse tamaño evento, solo podrá dividirse entre no ir (y perder ahí el control sobre sus bases) o participar obligada para no perder el respaldo que pueda tener de las bases. Solo haciendo esta experiencia las masas comprenderán el camino por dónde ir.
No obstante todo esto, remarcamos que a pesar de las diferencias políticas y teóricas que nos separan de los partidos que conforman el FIT y el IFS, nosotros llamamos a un voto critico por ellos donde se presenten en las próximas elecciones de Octubre, porque consideramos que al ser partidos de la clase el voto será progresivo y porque queremos acompañar a los que creen en la política de esos frentes en la experiencia, para remarcarles los errores donde corresponda y que en la lucha enseñarles nuestra perspectiva.
 
Augusto Ferré
 

La situación de la salud pública y las obras sociales


La salud no debe estar en manos de la burocracia sindical. Las obras sociales en manos de los burócratas sindicales son la caja negra de donde obtienen gran parte del dinero de sus privilegios, y otra parte viene de las cámaras patronales por debajo de la mesa. Es que los fondos de las cajas de las obras sociales no van para los trabajadores, y son la principal fuente que alimenta a la burocracia y al mismo tiempo sujetan al sindicato al Estado patronal.
A la actual situación de deterioro de la salud pública se le suma que las obras sociales cada vez brindan menos prestaciones, situación de la que sacan provecho la medicina prepaga. Todo el sistema de salud capitalista apunta a que el Estado se la busque sacar de encima, que sea muy pobre la salud pública, para que los privados hagan negocios.
De allí que nuestro programa dice: De todas las aberraciones capitalistas es el negocio de la salud privada, y los laboratorios y sus patentes, el que sobresale. Mientras tanto la salud pública se deteriora indefinidamente. A la sub-alimentación, a las condiciones cada vez peores de trabajo y vivienda, se le agrega la bancarrota de los Hospitales y de todo el aparato sanitario estatal, la acción de los buitres de las clínicas privadas, y el desastre de las obras sociales en manos de las mafias de la burocracia sindical. Y los traficantes de la salud, las patronales de las clínicas y sanatorios y los laboratorios privados, la mayor parte imperialistas, hacen grandes ganancias mediante maniobras fraudulentas y hasta criminales, como la venta de drogas prohibidas en sus países de origen, los protocolos de experimentación con los pobres en el interior abusándose de su situación de pobreza, teniéndolos como conejitos de indias, por unos pocos pesos. Por otra parte, frente a la falta de presupuesto estatal, y de bajos sueldos, los profesionales terminan yéndose al sector privado y así las patronales sacan provecho de la misma situación de miseria de la salud pública y la sociedad. ¡Basta de medicina para ricos y medicina para pobres! ¡Basta de Hospitales donde no hay una gasa o un frasco de alcohol! ¡Basta de “obras sociales” que sólo sirven para esquilmar a los trabajadores y enriquecer a los burócratas sindicales o “interventores”! ¡Por aumento del presupuesto nacional para la salud! ¡Por aumentos de sueldo y efectivización para los médicos, enfermeros y todos los trabajadores, contratados y becados, de la salud! ¡Basta de remedios exorbitantemente caros, por genéricos realizados por los trabajadores de la salud bajo supervisión de los facultativos de la facultad de Farmacia! ¡Por un sistema nacional de salud, igual para todos, con consultas, tratamientos y medicamentos absolutamente gratuitos, pagados por el Estado, y administrados democráticamente por los usuarios, los médicos, los trabajadores de la salud y los representantes de la facultad de Medicina y Farmacia! ¡Establecimientos de controles de salud sistemáticos en fábricas, oficinas, establecimientos y escuelas! ¡Por la nacionalización de las clínicas, sanatorios, centros de diagnóstico y prepagas, así como de los laboratorios y las droguerías privadas, y su incorporación a un Sistema Nacional de Salud Único Estatal e integralmente gratuito!

Sobre el Confederal del clasismo: Una polémica con los compañeros del Partido Obrero e Izquierda Socialista


 El pasado 30 de Septiembre el PO e IS llevaron a cabo un acto en la cancha de Lanús que se llamó “Plenario Sindical en Apoyo al FIT”. Este congrego a unos 3.000 trabajadores y a sus representantes, todos ellos del clasismo, para adoptar un plan de acción concreto. Este Plenario fue el resultado de una propuesta del Partido Obrero que originalmente se llamó Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda. Como este Plenario fue un evento importante para la clase obrera en general (y para su tendencia clasista en particular) aprovechamos estas líneas para dar un análisis del mismo. Pero también porque el llamado del PO a construir un CMOI (y que finalmente se concretó en el pasado Plenario) parece tener puntos en común con nuestra orientación por un Congreso Obrero de Delegados de Base. Por eso es que aparte de un análisis sobre el Plenario (y lo que significo) es que hacemos esta nota para ver puntos en común, de diferencia y llegar a una conclusión para abrir el debate con los compañeros.
El llamado a constituir un CMOI no es nuevo. En realidad, viene de antes de las PASO y fue una propuesta del PO para evitar tener que enfrentar al PTS en esas elecciones. Por eso es que uno de los requisitos para participar era que se eligieran los candidatos del FIT: “(…) es necesario que involucremos a la vanguardia obrera y a sus luchadores en la batalla electoral (…). Convoquemos un Congreso del Movimiento Obrero y de la Izquierda que proclame candidatos, programa y un plan para desarrollar una intervención del FIT en todos los planos de la lucha de clases (punto 4 de la “Carta del 24’ Congreso del Partido Obrero a los partidos del Frente de Izquierda”).
Finalmente, esa versión del CMOI no fue necesaria darla, porque los partidos llegaron a un acuerdo y fueron en una única lista. Pero ¿Qué tipo de propuesta fue la del PO? En nuestro punto de vista, ese CMOI era una orientación sectaria, porque se convocaba a los trabajadores que estaban por fuera de esos partidos a que eligieran a los candidatos de un frente con el cual no tendrían por qué sentirse identificados necesariamente. Esa condición hacia que el CMOI pusiera el carro delante de los caballos, porque los trabajadores que están contra el ajuste y que no estarían identificados con el FIT (porque podrían estarlo con el IFS, con el kirchnerismo, con Massa, etc. y eso no puede ser una medida para juzgar si están contra el ajuste o no a los obreros de base) no podrían participar del mismo y de esa manera se pierde una oportunidad concreta de mover al conjunto de la clase obrera por un pliego único de reivindicaciones  que  ese lo que realmente los haría acercarse a posiciones revolucionarias, porque las masas aprenden a partir de la experiencia en las luchas, confrontando el programa reformista de los burócratas sindicales con el programa revolucionario.
Pero ese CMOI no se llevó a cabo. Se concreto un Plenario Sindical en Apoyo al FIT y que originalmente se había llamado CMOI por el PO, como respuesta a la marcha del 22 de Agosto de la CGT. ¿Hubo algún cambio? Solamente que no era para dirimir candidaturas entre los partidos y que el PTS no acepto participar. Para nosotros esta nueva propuesta mantiene sus elementos sectarios y electoraleros al mismo tiempo; no es una superación en absoluto y presenta los mismos problemas que el anterior.
Y lo que escribió el mismo compañero N. Pitrola así lo confirma: “La propuesta se fundamenta en la necesidad de que el activismo obrero participe activamente de la campaña electoral (…). El Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda brinda la oportunidad para debatir una gran movilización de la izquierda y el clasismo contra las reformas antiobreras”. (Por un Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda). Los compañeros de la dirección de Izquierda Socialista acuerdan: “(…) tenemos que construir una autentica alternativa política para los trabajadores y los sectores populares. Por eso es fundamental en estas elecciones votar al Frente de Izquierda. Este plenario convocara a todos aquellos que acuerdan con esta tarea”. (Plenario sindical en apoyo al Frente de Izquierda).
Pero aparte de sectario, y más importante aún, es que la orientación es incorrecta. Porque al ajuste no se le puede vencer con una buena elección del FIT y marchando para denunciar las traiciones de la burocracia sindical. Sino con la organización y las medidas de fuerza planificadas y decididas democráticamente por el conjunto de los trabajadores y la lucha por el Poder Obrero.
Y esa es nuestra principal diferencia, porque los compañeros del PO e IS no solo no tuvieron esa orientación para este Plenario, sino que tampoco lo tendrán a futuro. Miremos el plan de acción: “El plenario resolvió además algunas importantes iniciativas de movilización: participar masivamente del acto por la aparición con vida de Santiago Maldonado; impulsar y movilizar el 12 de octubre junto al sindicalismo combativo reunido en el Sutna contra la reforma laboral y el pacto Macri-CGT; intervenir en el Encuentro Nacional de Mujeres que se realizará en el Chaco; impulsar en cada lugar de trabajo el voto al Frente de Izquierda y de los Trabajadores, poner en pie comités de apoyo a sus candidatos, sumar miles de fiscales para asegurar una  multitudinaria votación.” (En cada lugar de trabajo impulsemos el voto al FIT).
¿Qué conclusión sacamos de leer estas resoluciones? Que el PO e IS armaron un Plenario de neto corte sectario, poniendo las elecciones por delante de las luchas, lo que limitaba la participación a los trabajadores clasistas que esta de una manera u otra con el FIT y a los independientes. Es decir, congregaron a sus fuerzas y a cuanto independiente podían para armar un acto partidario que resolvió armar marchas, participar de encuentros y militar el voto al FIT. Pero, además, la segunda conclusión es que tampoco están interesados en crear algún movimiento para seguir gestando nuevos Plenarios Sindicales para ir creciendo; es decir, entre las resoluciones no está planteada la continuidad de esta clase de organismos, que es precisamente lo que la clase obrera necesita para ir organizándose (aunque nosotros consideramos que deberían crearse en otras condiciones y por otros objetivos, que discutiremos más abajo).
Los compañeros del PO e IS nos objetaran que el voto al FIT de este Plenario fue necesario porque el FIT debe constituirse en una “Alternativa Política de los Trabajadores”. Esta objeción podrá parecer verosímil, pero en realidad es una revisión oportunista y sin principios de toda la teoría leninista de la construcción del Partido Revolucionario de combate del que dicen defender.
El FIT no se trata de un frente único entre partidos trotskistas para combatir juntos el ajuste, que es como es presentado. Los hechos desmienten esto: la no participación del PTS en este Plenario (y el armado de su propia corriente al margen de la del FIT), la participación de las PASO, se han presentado en gremios clave listas separadas de estos partidos cuando debería primar la unidad (ferroviarios del Roca por ejemplo), etc. En realidad, el FIT es solo un frente electoral entre tres partidos trotskistas incapaz de armar acciones conjuntas que no tengan que ver con las elecciones o hacer marchas. Entonces es imposible, para los trotskistas, que un frente de partidos se convierta en alternativa política de los trabajadores ¿Cómo puede ser un frente electoral una alternativa política cuando la misma debería capitanearla un partido revolucionario único? ¿Hubo alguna experiencia histórica que demuestre que un frente electoral trotskista pudiera tomar el poder? Y si no ¿Cuál de los tres partidos que componen el FIT es el partido revolucionario que hay que seguir? ¿O los tres son lo mismo? De ser así ¿Qué pasa que no se unifican?
En verdad no es el FIT una alternativa política de los trabajadores, solo un frente electoral entre tres partidos de nuestra clase que se han adaptado a la democracia para ricos a tal grado que no le explican a las masas que sin importar cuantos votos tengan jamás podrán derrotar el ajuste, porque solo se lo detiene con los trabajadores destruyendo el poder de los capitalistas y construyendo el propio.
Nosotros, por el contrario, de estar en la posición de los compañeros del PO o IS (es decir, de tener su fuerza sindical y electoral) llamaríamos a un Congreso Obrero de Delegados de Base e invitaríamos a todos los partidos propios de la clase obrera (estén dentro del FIT o no, es decir también al MST, al N.MAS, etc., etc., etc.) a ponerlo en pié, para posteriormente llamar a las grandes organizaciones obreras de masas, es decir, las centrales sindicales, más todos los centros de estudiantes en universidades, terciarios y secundarios y a los movimientos de trabajadores desocupados, poniendo como condición que todo aquel que quiera participar del mismo se declare contra el ajuste y por su derrota y que respete las decisiones democráticamente allí elegidas. Y en esas condiciones debatir un plan de lucha, donde los revolucionarios debemos luchar por un programa que plantee: “No al pago de la deuda externa con el hambre del pueblo – Por la ruptura de los pactos que nos atan al imperialismo”, “Desmantelamiento del aparato represivo – Por grupos de defensa de los trabajadores”, “Trabajo para todos – Por la reducción a 6hs de la jornada laboral”,
“Por un aumento salarial acorde a la inflación – Expropiación sin pago y estatización bajo control obrero de toda fabrica que despida o cierre”, etc. Y todo ello coronado en la lucha por la huelga general por tiempo indeterminado hasta derrotar el ajuste. Y por un gobierno revolucionario de los trabajadores. De esa manera no solo creamos las condiciones para una alternativa de poder (que irrealisticamente los compañeros del PO e IS dicen que será el FIT) sino también las armas para enfrentar al ajuste de verdad. Pero aparte lucharemos porque este Congreso tenga continuidad; es decir, porque se fijen plazos para convocatorias a nuevos congresos.
Y esta orientación no tiene por qué esperar a las elecciones, debe ser llevada ahora para así poder demostrar claramente, a muchos miles de compañeros que honestamente confían en el peronismo (kirchnerista o no), que aquí hay una alternativa de lucha para enfrentar y derrotar el ajuste capitalista.
Estas son nuestras perspectivas, invitamos a los compañeros del PO e IS a darnos una respuesta.

Augusto Ferré

 

Pepsico: Un balance necesario



La lucha de Pepsico es muy rica en lecciones a extraer. Lecciones que ningún partido debe negarse a sacarlas y menos aún a sentirse ofendido por el balance que se haga. Ayer fue AGR en Gráficos donde el PO retiró la exigencia, a la burocracia, del congreso de delegados del gremio y poco a poco fue dejando de denunciar y exigirles, al punto que cuando edita la revista Viva de los Trabajadores ni la nombra a está, cuando en realidad la única forma de triunfar era, en el marco de la lucha contra la patronal y el gobierno, cambiar las relaciones de fuerzas internas en el gremio para poner al sindicato al servicio de la lucha. Gremio grafico que seguirá siendo golpeado con toda clase de flexibilización laboral por los cambios técnicos en la producción del rubro. Pero el PO no sólo no tuvo esa política, sino que tampoco quiso impulsar un llamado a un Congreso Obrero de Delegados de Base Nacional, para nuclear a comisiones internas, sindicatos y seccionales sindicales, y desde allí crear un polo de lucha. Sino que se limitó a la lucha por la solidaridad para "romper el cerco mediático" del grupo Clarín y la prensa patronal en general, como si los obreros hubieran ganado alguna vez una lucha de tales características meramente con la información real de lo que ocurre. A la patronal no le mueve un dedo que se sepa que despide, si el despido está contemplado por ley y este gobierno lo avala a ultranza. Pero el querer romper “el cerco mediático” era para la opinión pública en general -y en particular, pequeño-burguesas de las redes sociales-, porque para los trabajadores del gremio -ni los otros- no sacaron ni un Boletín de lucha. Y termina, la Comisión Interna con la orientación del PO, frente al Juez y la Policía, entregando el establecimiento tomado sin ninguna resistencia.
Hubo diferencias entre la lucha de AGR con la de Pepsico pero no muchas, porque en definitiva se trata de la misma política de las patronales de cerrar plantas para reducir personal y explotar más a los trabajadores.
La primera diferencia muy clara es que la patronal de Pepsico ya venía llevando un plan de arreglos de indemnizaciones desde hacía más de un año y la Comisión Interna nada denunció en campañas en el gremio, ni en el barrio, ni el PTS desde su prensa. La patronal logra naturalizar el despido logrando que el grueso de los obreros, incluso la Comisión interna, su sector más avanzado, se resignen a agarrar la indemnización y a no luchan por su puesto de trabajo. Cuando se produce el cierre de la planta sólo era 60 de 600 compañeros que eran a principios 2017, recién reacciona la Comisión Interna. No nos olvidemos que el PTS dirige esa fábrica hace 14 años.
El conflicto comenzó con menor repercusión que el de AGR, tal vez porque los pocos trabajadores se encontraban acampando en la puerta de la fábrica, pero dos semanas después, tras la toma de la planta, la situación cambió mucho.
Después de haber perdido burocráticamente una asamblea en el gremio, la Comisión Interna se centra en impulsar la solidaridad y la difusión del conflicto, y el boicot a lista de productos de Pepsico, con la idea de que la empresa no iba a querer perder el stock que tenía en la planta y que tenía fecha de vencimiento. También la idea de impulsar una campaña de boicot comercial a sus productos. Ambos ejes apuntaban al mismo lugar; hacerle perder plata a la empresa. Todo esto se decía desde la Comisión Interna en las asambleas, como si en los cálculos de la empresa eso no hubiera estado analizado, y no lo vayan a recuperar en los futuros ejercicios económicos de los próximos años, y con creces, porque lograron imponer mayor explotación.
De igual forma que en AGR, después de negarse la Comisión Interna a llamar un Congreso o plenario obrero, las asambleas abiertas se tornaron cada vez más en organizativas, sea para la solidaridad o para la defensa de la toma. Pero despolitizadas. Recién después del desalojo y la resistencia a él, y aquí marca la principal diferencia a la lucha de AGR, que el conflicto empieza a tomar más relevancia política, pero al mismo tiempo esa politización es llevada hacia el lado electoral, orientación decidida por el PTS, primero porque dirige el conflicto, y también porque sus figuras públicas estuvieron en la puesta de fábrica resistiendo a la Policía y Gendarmería. De allí la engañosa frase de Del Caño, referente del PTS, que, para increpar al kirchnerismo, dijo que “con 20 diputados en la puerta de fábrica se hubiera parado el desalojo”. Cuando los diputados de los partidos obreros deben estar en la lucha, pero lo que define la lucha son las relaciones de fuerzas y no ellos. Y menos aún los diputados de los partidos patronales, aunque se pinten de izquierda. A los que dicho sea de paso no hay que exigirles que estén: hay que denunciarlos directamente mostrando su carácter de clase por más progresistas que digan ser.
Pero el PTS, después de muchos años dirigiendo esa fábrica, y con un importante trabajo en el gremio de la alimentación, no sólo se dedicó a sustituir a la clase, sino que, con sus figuras públicas, como Del Caño y Bregman, también llamaba a los diputados kirchneristas a que los ayude en esa tarea. Posteriormente, la entrevista, en plena campaña electoral, entre Cristina Fernández de Kirchner con las obreras de Pepsico fue parte de eso. Una capitulación que raya con los principios de independencia política de clase, porque, en definitiva, esa entrevista Cristina Kirchner la necesitaba para lavarse la cara anti-obrera por la represión a las reiteradas luchas de los trabajadores durante su gobierno.
Después de realizar una importante marcha donde se sumaron dirigentes sindicales de la CTA, que conducen importantes gremios, el conflicto entró en una pequeña meseta. Hasta la represión a la marcha que iba al Congreso a entregar un petitorio le dio más fuerza política e impuso la carpa frente al Congreso. Pero igualmente el PTS paso a llevarlo todo al terreno electoral depositando expectativas en que un buen resultado electoral iba hacer que el gobierno retrocedería (¡¿retroceder un gobierno que es de las multinacionales mucho más que el anterior, que también reprimía las luchas obreras?!!!) e instalaron una carpa frente al Congreso, con el reclamo de una Ley de expropiación de la planta Florida de Pepsico para transformarla en un bien de utilidad pública. Que vaya a ocurrir tal cosa no es más que un autoengaño. 
Hoy el conflicto languidece con el mismo reclamo, sin haber editado un Boletín de lucha para trabajar en la base del gremio, y su dirección sin querer llamar a un Congreso Obrero de Base para nuclear, y coordinar, las Comisiones Internas, los sindicatos y las seccionales sindicales que quieran enfrentar el ajuste, los despidos y la flexibilización laboral.

 Exigencia y denuncia a la burocracia sindical

La lucha de los trabajadores de Pepsico, como antes la de AGR, volvió a traer el tema de la táctica de exigencia y denuncia a la burocracia sindical como una cuestión importante a ser tenida en cuenta para combatirla.
En las dos luchas se llamaba a los dirigentes sindicales burocráticos a participar de acciones, actos, marchas, etc. en solidaridad por la reincorporación o por la reapertura de dichas fábricas. Y cuando hacían esas acciones, muy claramente ocurrió en la marcha por Pepsico, marchaban en la primera fila, para la foto, los dirigentes de la CTA, por el gremio docente Baradel, por el subte Pianelli, y varios más. Pero los organizadores, como el PTS en este caso, con tal de tener a esas figuras en la marcha o acto nada les exigían.
Estos burócratas van gustosos a posar de luchadores y a sacarse fotos con la que empapelan sus oficinas diciéndoles a la base de los gremios que dirigen que estuvieron luchando contra los despidos y la flexibilización laboral. Así hacer estas acciones en nada los compromete porque nada se le exige, y al mismo tiempo acrecientan su prestigio frente a la base de su gremio. De esa forma la izquierda clasista, que se postula para ser la nueva dirección sindical, no hace más que prestigiar a la burocracia que posa de luchadora.
Paradójicamente la burocracia sindical kirchnerista, que poco hizo por AGR, cuando el gran enemigo del gobierno de Cistina Kirchner era el grupo Clarín, sí se mostró mucho más apoyando la lucha de Pepsico. Pero esa paradoja no es en absoluto una contradicción, o que antes hayan estado lentos de reflejos, sino que la lucha de Pepsico se da tres meses después en plena campaña electoral, con una gran repercusión mediática tras el desalojo, y este peronismo de izquierda no puede mostrarse lejos de las luchas obreras. O sea, no solo se prestigian frente a su base, sino que al mismo tiempo arrastran votos obreros para candidatos patronales. Entonces, con más razón había que exigirles, no hacerlo es una capitulación política a una fuerza burguesía.
 Por supuesto que hay que exigirle que estén, son dirigentes del movimiento obrero, pero también hay que exigirles que realicen, no lo que quieran, sino lo que la lucha necesite. En este caso no está sólo en juego los 600 puestos de Pepsico, o los 500 de AGR, lo que está en juego es la flexibilización laboral para toda la clase obrera. Y sólo se puede derrotar al Gobierno de Macri y su plan de super-explotación, desocupación y miseria con la Huelga General y un plan de lucha discutido y votado en la base obrera. Huelga General que hoy no va a ser convocada por la burocracia sindical de la CGT, pero un Congreso Obrero de Delegados de Base -que unifique a los trabajadores ocupados con los desocupados, y a los estudiantes en lucha- puede imponerla.

Un pequeño pero significativo suceso

Cuando se realizó la conferencia pública en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) para presentar el proyecto de ley por la expropiación de la plata de Florida de Pepsico, en dicha reunión estaban trabajadores y representantes de todas las fuerzas políticas del clasismo, y también la mesa tenía burócratas de la CTA que acompañaban a los dirigentes sindicales de Pepsico.  
Claro está que los miembros de esta mesa, principalmente los burócratas sindicales de ATE y la CTA, estaban a favor de dicho proyecto de ley, porque ese apoyo no los comprometía en nada, así que hablaban despotricando contra el gobierno y sus planes. Y en esa tónica continuaron las intervenciones tanto de los dirigentes como de los representantes de los partidos y corrientes. Hasta que una compañera de la LCT dijo, y preguntó, “eso está bien, pero ya que los dirigentes de ATE y la CTA están acá, porqué, para frenar la flexibilización laboral y el ajuste, ¿no llaman a un Congreso Obrero de Delegados de cara a las bases donde puedan estar delegados de todos los gremios del movimiento obrero?” y las intervenciones cambiaron rápidamente de cadís y empezaron a darle la razón a la compañera. Sin embargo, rápidamente el compañero dirigente de Pepsico, y militante del PTS, salió a justificar la inacción de los burócratas sindicales, diciendo que él también planteaba lo mismo, pero ahora se estaba por el tema de la ley, etc. etc. Y enseguida se levanta la reunión y los burócratas se fueron rápidamente entendiendo que no les convenía quedarse a discutir nada. Porque, en definitiva, ellos no quieren realmente luchar contra el ajuste y la flexibilización laboral. 

La adaptación al regimén los lleva a capitular

No llama tanto la atención que ni Izquierda Socialista, ni el Nuevo MAS y menos aún el MST, le realicen importantes críticas al PO o al PTS por sus políticas en los conflictos de obreros de AGR y Pepsico, y también en la lucha docentes de principios de año donde todos fueron a la saga de Baradel. Y no llama la atención porque no se trata de cuestiones sindicales que pueden ser resueltas en el marco sindical corrigiendo este o aquel error. Estas cuestiones sindicales, donde se terminan capitulando a la burocracia sindical -y por ello a la clase dominante- o depositando expectativas en el ministerio de trabajo o en la justicia burguesa, son principalmente políticas.
En todo partido obrero, y mucho más en un partido que pretenda ser revolucionario, siempre es la política la que va delante de la cuestión sindical, si la política es correcta, la cuestión sindical es correcta en general, aunque haya que hacerle este o aquel ajuste, pero nunca si es al revés, o sea, que lo sindical condicione a lo político. Y cuando un partido obrero, o grupo, mantiene esas concepciones políticas de adaptación al régimen democrático burgués, lo condiciona todo; en el plano sindical, de la táctica electoral, de la aplicación de la táctica del FUO, etc., etc.
En Argentina se combina la presión democrática burguesa de las extensas clases medias junto al atraso político de la clase obrera que lleva a estos partidos y grupos a doblarse por lo más fácil. Se trata de un revisionismo -oportunista de derecha- del marxismo con muchas variantes, pero al mismo tiempo con características muy claras.
                                                                
   Marcelo Ríos