Las elecciones de las Paso han dejado en una situación
satisfactoria al gobierno de Macri, aunque no haya ganado en la provincia de
Buenos Aires. Igualmente, para las próximas elecciones del 22 de octubre, el
gobierno se siente muy seguro. Entiende que la relativa recuperación económica
-inflada por la inyección de millones de dólares en la obra pública-, y que la
alta corrupción del gobierno anterior le sirve para, mientras oculta su propia
corrupción, contrarrestar las críticas, por qué; “no estamos tan mal, ahora
estamos creciendo” y “los K fueron peores” de corruptos.
A esta situación, que retroalimenta el gobierno, lejos del
discurso de querer terminar con los enfrentamientos verbales, o “la grieta”,
como decían cuando no eran gobierno, la profundiza más aún en la campaña
electoral en función de justificar todo, y de obtener votos. De igual forma el
kirchnerismo, principalmente Cristina Fernández, busca profundizar ese
enfrentamiento, que es sólo de palabra -porque votaron muchas de las leyes que
necesitaba el macrismo-, pero en los hechos dejan pasar todas las otras medidas
de ajuste.
Y en este contexto las otras expresiones políticas, aunque sean
peronistas, como Massa o Randazzo, quedan sin mucho margen político electoral.
Situación de polarización que también afecta el electoralista esfuerzo de la
izquierda clasista, sea del FIT o del IFS.
De igual forma el gobierno ataca a lo más corrupto de la
burocracia sindical (siempre y cuando no sean oficialistas) para ganarse a la
opinión pública, y de esa forma disciplinar a los otros burócratas sindicales,
que igualmente ya negociaron, para que osen realizar ni un paro dominguero.
Mientras ya es por todos conocido, y más aún por los burócratas sindicales, que
se flexibilizaran las condiciones de trabajo, gremio por gremio, a través de
los acuerdos con los sindicatos, negociado modificaciones en los convenios
colectivos de trabajo.
Al
mismo tiempo el gobierno ya anuncia nuevos aumentos en los
servicios, en la nafta un 10 por ciento, y un 40 por ciento en el
transporte,
un 30 por ciento la electricidad, etc. Y, hasta ahora, la población
acepta resignadamente esos aumentos, entendiendo que se está arreglando
el desbarajuste que dejó el kirchnerismo con los subsidios a las
empresas de servicios. Y el sector que apoya a los kirchneristas lo
critica, pero, como Cristina Fernández, y el peronismo, que llama a
votar, pero no a luchar, lo dejan pasar.
Y
esto, no lo es todo; después de estas elecciones además de más tarifazos,
flexibilización laboral y la rebaja de los aportes patronales, también vendrán
recortes en el gasto público. Esto no lo realizan cuando votan los
presupuestos, por sí mismo bajos, si no cuando lo sub-ejecutan (o sea, cuando
gastan muchos menos de lo que votaron cuando asignaron recursos a cada sector,
para después reasignar las partidas “sobrantes” a otras áreas) en salud y en
educación. Y más despido en dependencias estatales. A esto se le suma el manejo
de la caja del PAMI (50 mil millones de pesos) sin ningún control. Donde todo
estos ajustes, recortes y quitas de prestaciones a jubilados, apunta a hacer
una gran caja para el pago de la deuda externa, en un año donde se vencen
muchos compromisos de pago.
Así
las cosas, cualquiera (menos la izquierda adaptada al régimen) se da cuenta
que, aunque haya que votar a listas obreras, los votos no van a cambiar la
situación. Tenga uno o dos puntos más, de porcentuales de votos, el macrismo o
el kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires, este gobierno seguirá para
adelante con el ajuste y los ataques. De hecho, la represión y la escandalosa
desaparición forzosa, en manos de la Gendarmería, de Santiago Maldonado no
parece hacer meya en la intención de votos al gobierno, ni el uso de la
Gendarmería y la Policía.
Y menos aún cambiarán las
cosas con el voto, cuando ese voto es pedido por esa izquierda, para encontrar
la solución a los grandes problemas, y padecimientos de la clase
obrera y del pueblo pobre, en el marco del sistema capitalista. Y no para
decirle claramente a los trabajadores que la lucha es por poner en pie una
herramienta política para la toma del poder por la clase obrera, para desde
allí construir otra sociedad; donde se reducirá la jornada laboral, donde habrá
trabajo, salud y vivienda para todos, etc., etc.
Pero, aunque los votos no cambiarán la realidad igual al gobierno
se lo puede derrotar, impulsando las luchas y la unidad de éstas, su
coordinación, y la puesta en pie de un Congreso Obrero de Delegados de Base que
unifique a sindicatos, seccionales y comisiones internas combativas de todo el
movimiento obrero, a los diferentes sectores clasistas y los partidos de la
clase trabajadora. Y que, desde allí coordine y llame, embretando, a la
burocracia sindical que dice estar en contra del ajuste pero que lo deja pasar,
para imponer la Huelga General, y un verdadero plan de lucha, hasta derrotar el
plan de hambre y represión del gobierno.
Se puede triunfar; se trata de llevada adelante la táctica del
Frente Único Obrero, combatiendo la política divisionismo de los partidos
electoraleros de la clase trabajadora, para con la unidad mejor combatir a la
burocracia, y lograr derrotar el plan de super-explotación, despidos, miseria y
represión del gobierno de Macri.
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