A un año del
gobierno de Macri, sus resultados, conforme a lo que se proponía, son muy
modestos. Sólo pudo aumentar las tarifas, con un costo político muy alto, salir
del cepo cambiario y arreglar con los fondos buitres. Esto último le posibilitó
acceder al crédito internacional y a re-endeudarse por 40 mil millones de
dólares, lo que representa el 30 por ciento del PBI. Pero no fue solamente el
hecho de "volver al mundo" como le gusta decir al macrismo, con lo
que se consiguieron créditos a baja tasa de interés, sino también porque el
kirchnerismo (y massismo) habían bajado el nivel de la deuda externa
–principalmente la deuda que se tenía en moneda extranjera– al comprarla con fondos
del ANSES y del Banco Nación, aunque eso significará más déficit fiscal e
inflación. Así el peronismo preparó las condiciones creando inflación (y
pobreza) y el macrismo se re-endeuda supuestamente para combatir estos
flagelos. Así el ciclo se retroalimenta; es que el macrismo y peronismo son las
dos caras de la misma moneda llamada Deuda externa, Déficit e Inflación.
Pero esta
jugada de re-endeudarse nuevamente, a un nivel nunca visto en los últimos 40
años (la única lluvia de dólares que prometían que llegó), ya no se puede
volver a repetir en los próximos años. No sólo porque a nivel internacional se
encarecerá el crédito por las movidas que realice la Norteamérica de Donald
Trump, sino fundamentalmente porque los bancos y los organismos de crédito
internacionales están a la espera de ver los resultados de la buena marcha de
la economía y de la reducción del déficit fiscal en Argentina, y nada de eso
ocurre. De la misma forma que la tan mentada inversión internacional no vendrá,
y no porque no saben si hay 4 u 8 años del mismo gobierno, como se dice ahora,
sino porque la economía y el mercado interno está en recesión y producir para
el mercado externo tampoco les conviene por los altos costos comparativos para
producir y exportar desde acá. Los mismos órganos informativos del
imperialismo, como la BBC, lo dicen; “Los
expertos consultados por BBC Mundo explican que las inversiones mixtas y
privadas de hasta US$50.000 millones que Macri dice haber consolidado no son
del todo directas y son consideradas "inversiones golondrina".
Y, agreguemos, gran parte de ellas ni siquiera golondrina, sino sólo anuncios.
El contexto de
economía en crisis –y la continua recesión en Brasil– es lo que ha llevado al
gobierno a tener que reducir sus expectativas e incluso a posicionarse en
contra de bajar el impuesto a los salarios cuando había sido su caballito de
batalla en las elecciones presidenciales pasadas. Así, con el escenario de
crisis económica de fondo –la caída interanual de la industria, de octubre de
2015 al mismo mes de este año, es de un 19,2%– el gobierno se debate entre las
futuras elecciones y las medidas anti-populares que quiere implementar. De allí
sus idas y vueltas con la cuestión de la media sanción en diputados sobre la
ley del impuesto a los salarios, impulsada por el massismo, el kirchnerismo, el
GEN, Libres del Sur, etc. Una ley que en absoluto toca a la gran burguesía, ni
a la mediana o pequeña. Sino que sólo graba el juego y le quita los beneficios
que este gobierno les dió a las mineras, que igualmente seguirán saqueando los
recursos naturales. Pero que igualmente le agranda el déficit fiscal y les
desfinancia las provincias –porque este impuesto que se quiere reducir es
coparticipable con las provincias–, y lo más doloroso, justo frente a un año
electoral, es que le pega en la línea de flotación política: lo desenmascara de
su falsa promesa de la campaña electoral que lo llevo a prometer terminar con
ese impuesto a los salarios. Y termine o no siendo votada esa ley en el Senado,
y se vea obligado a vetarla o no, lo cierto es que se mostró la fragilidad
económica y política en la que está el gobierno.
A pesar de
terminar el año de forma complicada, no todas fueron malas para el Gobierno. La
CGT y las CTA´s, cada una a su manera, le han garantizado gobernabilidad, y a
pesar del brutal ajuste en las tarifas, de la pérdida salarial de un diez por
ciento, y de los casi 200.000 puestos de trabajo. Pero como la situación no
plantea la revolución social inmediatamente, la burocracia sindical también
hace su negocio. Le vendió paz social al gobierno a cambio del cobro de la
deuda a las obras sociales que varios gobiernos venían adeudando. La ecuación
fue sencilla: a cambio de dinero para la burocracia sindical, hambre y
desocupación para el pueblo trabajador. Este fue un logro del gobierno.
Las asambleas
–en realidad actos “informativos” –
que paralizaron el transporte el lunes 19 de diciembre para negociar mejor el
impuesto a los salarios, demuestra la fuerza que tiene el movimiento obrero.Pero la burocracia sólo la usa para
negociar migas, porque lo que negoció la CGT con el gobierno llevará que en
unos meses sean la misma cantidad de trabajadores la que paga ese infame
impuesto.
Pero incluso
antes de la media sanción a la ley de ganancias desfavorable para el Gobierno,
éste había logrado comprar paz social al votar una ley –con el apoyo del
justicialismo, kirchnerismo, massismo y GEN-Libres del Sur, etc.– de emergencia
social por 3 años. Ley pactada con estos partidos patronales y con la
burocracia piquetera del Movimiento Evita, Libres del Sur, etc. Esta
discriminación, de los beneficios a los otros desocupados que están en otras
organizaciones o desorganizados, es igual a la cooptación kirchnerista de estas
organizaciones de desocupados, pero ahora hecha ley.
Sin embargo el
protocolo anti-piquetes, que tanto promocionaron, a principio de año, no lo han
podido aplicar. El intento de usar la proximidad de las fiestas para salir a
decir, como dijo la Ministra del Interior, Patricia Bullrich, que se preparan
saqueos y que van a detener a los agitadores.
Esto sólo para que
queden en un intento, pero para el Gobierno es también un testeo para ir
preparando a población, principalmente a las clases medias, en la necesidad de
la aplicación de medidas represivas. Algo de lo que indefectiblemente el año
entrante hará uso. El proyecto de usar al Ejército para cuidar la frontera,
sacando de allí a la Gendarmería para usarla en las calles, es parte de eso.
En definitivas
cuentas, nos encontramos con un gobierno que a pesar del sostén del peronismo,
y la burocracia sindical y piquetera, ya está agotando su crédito político y no
resuelve los grandes problemas que la economía capitalista necesita para entrar
en un ciclo ascendente, sino que más bien los profundiza.
En esa
impotencia se debate, mientras la clase obrera está contenida –y traicionada
por los burócratas sindicales– pero no derrotada. En estatales, a pesar de la
traición de la burocracia, que parecía
que el gobierno empezaba el año arrasando, tuvo que detener los despidos (de
hecho tomaron aproximadamente la misma cantidad de nuevo personal de los
despidos que hubo). También el triunfo que lograron los choferes platenses de
la Línea Este que, tras tres semanas de huelga (que incluyeron piquetes,
movilizaciones y hasta una dura represión), derrotaron a la patronal y al
Estado retrotrayendo los despidos. Y prueba de que no hay derrota es la
recuperación del sindicato del neumático, y a principios de noviembre derrotó
en Pirelli a la lista Violeta de la burocracia, y donde no ocurren esos
procesos, en la inmensa mayoría de la industria, la burocracia empieza a sentir
la presión exigiendo aumentos salariales más altos del 17 por ciento que ofrece
el gobierno para el año que viene.
Pero hay que
estar atentos porque el miserable 17 por ciento de aumento, que el gobierno
quiere imponer para las futuras paritarias, y el igualmente bajo 25 por ciento
de aumento que pide la burocracia sindical, llevará a que la burocracia negocie
algo más del 17 por ciento pero entregando conquistas de convenio. Todo esto
parece ser así, cuando Macri habló de lo vetustos que son los convenios nadie
de la burocracia sindical dijo nada. Más aún, Massa, al cual la mayoría de los
sindicalistas apoyan, dijo que estaba a favor de “modernizar” (flexibilizar)
los convenios colectivos de trabajo.
Estos acuerdos
anti-obreros se dan porque en última instancia el macrismo/radicalismo o el
peronismo/massismo/kirchnerismo, más allá de los roces por matices, y por
ocupar lugares parasitando el Estado, no dejan de ser políticos patronales y
buscan defender las usurarias deudas contraídas con la banca internacional, y
los intereses explotadores de las patronales nacionales y extranjeras.
–No
al pago de la deuda externa con el hambre del pueblo trabajador
–Luchemos
por un real aumento de salario – No cambiemos dinero por conquistas sociales
–No
al vaciamiento de fábricas – Toma y puesta a producir de toda empresa que
cierre –Luchemos por su estatización bajo el control obrero
–No
a los despidos – Reparto de las horas de trabajo entre todos los trabajadores,
efectivos o contratados – Basta de contratos basuras, efectivización inmediata
–Abajo
la represión y la gendarmería de las calles – Creemos grupos de autodefensa
obrera de las luchas
–Por
la Huelga General contra los despidos y la flexibilización laboral y para
arrancarle un aumento salarial que cubra el costo de la canasta familiar, que
sea indexado mensualmente conforme al costo de vida
–Por
un Congreso Obrero de Delegados de Base (desocupados y estudiantes en lucha)
para transformarse en un polo de referencia obrera y popular, organizar la
lucha y darle una salida obrera a la crisis
–Por
un Gobierno Revolucionario de los Trabajadores