A principios de
Octubre las fuerzas armadas de Irak y los Peshmerga kurdos de Barzani, junto
con la ayuda militar y logística de Turquía. Inglaterra y Estados Unidos,
lanzaron una ofensiva contra Daesh para recuperar Mosul, la segunda ciudad de
importancia en todo el país. Y el 5 de Noviembre, en Siria, las Fuerzas
Democráticas de Siria lanzaron la operación “Ira del Eufrates” también contra
Daesh, que a los pocos días se suspendió porque el grupo rebelde sirio
pro-Turquía lanzo una ofensiva para tomar al-Bab. Mientras se escriben estas
líneas no se sabe el posible resultado de estas batallas o sus impredecibles
cambios, pero podemos estar seguros que estamos frente momentos decisivos para
terminar con la revolución democrática en Siria y repartirse los mercados y
zonas de influencia de este país e Irak entre los países imperialistas, Rusia y
sus agentes.
En
Irak
El especialista británico
en Irak, el General Rupert Jones, le explico a The Guardian que “habremos
terminado con Daesh en Irak para mediados del año entrante” y aclaro su
desaprobación con los dichos de Trump en su campaña electoral sobre bombardear
todas las posiciones del grupo. No es para menos. Daesh controla uno de los
principales yacimientos petrolíferos de la región y es algo que los
imperialistas no se pueden permitir perder. Pero más allá de los intereses
económicos de los países imperialistas, existen los intereses geo-políticos.
Los Estados Unidos están tranquilos: el gobierno iraquí necesito de su ayuda (y
de la de otros países imperialistas) para empezar a derrotar a Daesh. Saben
que, cualquiera sea el gobierno que quede en el poder, le deberán y mucho. No es
así para el caso de Turquía, Irán y el propio Irak.
Irak no solo
acordó con los Estados Unidos, Inglaterra y otros países que se apostaran
ejércitos suyos como apoyo logístico contra Daesh: también se lo permitió a las
Fuerzas Populares de Movilización, una milicia islámica que sigue una de sus
ramas, el Shia, que es la practicada también por la mayoría en el gobierno
iraquí y en sus elites patronales. El Sunni, otra rama del Islam, es la
preponderante en el país. La participación de las reaccionarias FPM (que
abusando de su poder, “limpian” las zonas recuperadas de personas sunníes) se
da para cumplir con dos objetivos. Uno es interno, y es tratar de desplazar de
la zona a los sunníes poderosos y que sean dirigidas por shiita. La otra es
externa y significa una alianza con Irán y, en consecuencia, también Rusia (sin
dejar de aliarse a los Estados Unidos). Esto también significa un
enfrentamiento contra los poderes regionales más importantes: Turquía y Arabia
Saudita, cuyos gobernantes son mayoría Sunni.
Turquía, por su
parte, quiere demostrar su poder en la región. Ya se lo había demostrado a los
Estados Unidos cuando logro parar el golpe de estado, y aun retiene el poder de
decidir si abre la puerta del mundo islámico a Europa o no. Pero tras el golpe,
Erdogan desecho a un aproximado 50% de sus fuerzas. Por eso su entrada en Siria
y su intento por participar de la toma de Mosul tienen un gran interés
geo-político. En el caso de Irak, Turquía no quiere que la burguesía shiita se
quede con el control de todo Irak y exige que cuando Mosul sea liberado este no
tenga cambios. Pero exigir no es suficiente, por eso busca la forma de tener la
excusa para entrar. Los Estados Unidos no le darán su aprobación porque esto le
daría más poder y necesitan debilitarla. Pero si Turquía llega a acordar con
los Peshmerga de Barzani, podría entrar. En cualquier caso el gobierno iraquí
ya adelanto que si Turquía entrara será considerada invasora y los combatirán.
¿Y
en Siria?
En Siria la
situación es otra. Tras la sangrienta guerra civil se esconde una legítima
revolución democrática contra Bashar al-Assad que se expresa en los Consejos de
Coordinación Locales Independientes. Pero la fuerza de este (financiado por
Rusia), las fragmentaciones de los distintos grupos burgueses pro-imperialistas
y el sectarismo de los kurdos de Rojava en participar en los primeros años de
la misma hacen de la situación un verdadero pantano, no solo ya para la
revolución en sí misma, sino también para las potencias imperialistas
involucradas en Siria.
Mientras
al-Assad recaptura Aleppo, las FDS lanzaron su ofensiva contra Daesh. Esta
ofensiva tenia dos objetivos: el primero era avanzar hacia Raqqa, la capital
del califato. El segundo es poder armar un corredor entre Efrin y el resto de
Rojava. Entre estos dos puestos de los kurdos se encuentra el grupo de rebeldes
que apoya Turquía en la región. Turquía necesita derrotar a los kurdos en Siria
para poder vencer a si los que tiene en Bakur, al sur de su país. Pero aparte,
necesita liderar el derrocamiento de Daesh y de al-Assad para consolidar su
poder en la región. Por eso es que empezó con la construcción una base militar
en Aktarin, Siria. También empezó recientemente el combate para tomar al-Bab de
Daesh y al-Assad. Si lo logra, tendrá en su poder más terreno para evitar la
unificación de Rojava. Y de allí, intentaran tomar Manbij.
Los kurdos, por
su parte, también quieren tomar al-Bab y Manbij y cuentan para eso con los
Consejos Locales de Manbij y al-Bab. Sin embargo, la operación de Turquía entorpeció
todo y su derrota será el paso previo para que estas puedan imponerse. De ser
así, las FDS estarán mejor posicionadas para vencer a Daesh y a Turquía. Pero
aparte las FDS han pactado con al-Assad
Por su parte los
Estados Unidos están en una encrucijada: tanto Turquía como las FDS son sus
aliados en Siria, y están los dos peleados a muerte! No pueden permitir que los
kurdos tengan su propio país, porque las zonas que reclaman lo harían un país
poderoso regionalmente. Sin embargo, tampoco puede permitirse una victoria
aplastante de Turquía por el juego propio de esta. Es por eso que Trump ha
barajado la posibilidad de llegar a un acuerdo con Rusia para terminar con la
guerra civil en Siria. El pantano es gigantesco, y ya no sacan redito del
mismo.
Entonces, aunque
Daesh este, por sus propias fuerzas, cerca de estar acabado, puede ser capaz de
revertir la situación si es capaz de aprovecharse de las contradicciones de sus
enemigos.
De cualquier
forma, la revolución Siria será aplastada. La única salida obrera para este
país es la que hemos hecho como miembros del CO-ICOR y que aparece en nuestra
declaración. Para Irak, en cambio, no existe otra respuesta de clase que gritar
“esta no es nuestra guerra” y luchar por el derrotismo revolucionario.
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